La preocupación de las personas que viven en los barrios aledaños al cementerio Jardines de Cartagena crece a medida que aumenta el número de muertos por COVID- 19 en nuestra ciudad.
La nube de humo que por estos días sale de los hornos nos produce temor y no solo porque nos imaginamos un gris panorama si sigue muriendo la gente de esa enfermedad, sino por la contaminación que genera. Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas - CSIC, un cuerpo humano emite unos 27 kilos de dióxido de carbono cuando es quemado, y esta contaminación se tendría que multiplicar por las cremaciones que haya en el día.
“Cremar en los centros urbanos presenta inconvenientes a corto y largo plazo para las comunidades aledañas. A las concentraciones de óxidos de carbono, azufre y nitrógeno, sumando al material particulado (PM 10 y PM2,5) e hidrocarburos poli aromáticos, como menciona la norma en la resolución 2257 de 2017, también se agregan reportes de emisión de metales pesados como mercurio, plomo y cadmio”, explica el químico y experto en Toxicología, Fredy Vergara.
“La resolución 1447 de 2019 del Ministerio de Salud y Protección Social menciona de las condiciones de diseño de cementerios en Colombia: que estos deben ser construidos lejos de zonas comerciales, recreacionales y residenciales, conscientes de que en mayor o menor medida van a generar emisiones de sustancias potencialmente dañinas para el ser humano”.
Como menciona Vergara, según la Fundación para la Defensa del Ambiente, la cremación, cualquiera sea la tecnología utilizada, descarga al ambiente dioxinas, furanos, cloruro de hidrógeno, mercurio, cadmio, plomo, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, y partículas de distinto diámetro.
En muchos países del mundo, un horno crematorio no puede operar en zona poblada. Como la deriva de sus descargas se extiende a grandes distancias en función del viento y otras variables, en España, por ejemplo, la franja mínima de protección que deben tener a su alrededor es de unos 5.000-10.000 metros. Debe aclararse, sin embargo, que la contaminación producida en la zona puede moverse “fuera” del sistema: Hacia las aguas subterráneas por fenómenos de infiltración; hacia otras zonas por agua de lluvia que los traslade superficialmente (escorrentía), y hacia zonas habitadas, cultivos y otras instalaciones por efecto del viento.
Los efectos para la salud pueden traducirse a irritación de mucosa respiratoria, (por lo que ocurren enfermedades respiratoias), bronquitis, afectación de la conjuntiva ocular y problemas de oxigenación de la sangre.
“Estamos hablando de un pequeño margen de mercurio, de dióxido de carbono, de dioxinas y material particulado, por eso es importante hacer los análisis de impacto ambiental y social de estos hornos”, dice el ambientalista George Salgado, quien piensa que es fundamental crear una estrategia clara sobre lo que se va a hacer de los residuos sólidos derivados del COVID- 19.
A los vecinos y personas que se vean afectadas, George les explica que por medio de sus Juntas de Acción Comunal deben solicitar, a la Alcaldía y las empresas, los planes de manejo e impacto ambiental que tienen las entidades que los están afectando, para que les aclaren qué estrategias están aplicando frente a la cremación de los cuerpos de personas fallecidas por COVID- 19. “Por otro lado, deben solicitar un estudio de calidad de aire a las entidades competentes, sea el Establecimiento Público Ambiental - EPA, Cardique o cual sea la jurisdicción”, añade Salgado.
“Se debe considerar la medición con todo el perímetro urbano, si bien muchas ciudades -en el caso de Bogotá- movieron sus hornos a perímetros fuera de la ciudad. Lo que más preocupa es el aumento exponencial que esto va a tener frente a la pandemia del nuevo coronavirus, teniendo en cuenta que las cifras crecen, y hasta el momento no conozco que el Distrito tenga una estrategia clara que permita conocer cómo se manejan los residuos emitidos por COVID- 19 o lo que haría frente a los casos futuros de muerte y cremación, teniendo en cuenta los hornos que existen hoy”, expresa George.
Vergara cree que se requieren pruebas frecuentes de la Calidad del Aire en las zonas cercanas al crematorio, por parte de la autoridad ambiental, en especial cuando se tenga que forzar la capacidad de estos hornos.
“Las mezclas de material particulado y metales pesados generan una sinergia perjudicial, debido a que la vía más efectiva para el ingreso de metales es la respiratoria y el tamaño de las partículas es determinante en la toxicidad de los mismos”, advierte.