La obesidad es una enfermedad que se maneja bajo estigma. Además de ser considerada como un problema estético, muchos piensan que cada persona elige perder el control de su peso, y que para tratarlo, solo se requiere de dieta y ejercicio. Sin embargo, se ha demostrado que en muchos casos esta patología tiene causas profundas relacionadas con las emociones. Por ello, un tratamiento para la obesidad sin tener en cuenta el aspecto psicológico del paciente está incompleto.
“3 de cada 10 pacientes con obesidad tienen alguna enfermedad relacionada con su salud mental, como ansiedad o depresión. Esto impacta en la adherencia que puede, no solo con obesidad, sino con cualquier patología, pues tiene que ver con las decisiones que toma y que tienen consecuencia directa en los resultados del tratamiento”, explica Verónica Vázquez, psicóloga clínica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición de la Ciudad de México. La experta indica cuatro pasos principales que ayudan al momento de abordar desde las emociones esta patología:
1. Autocuidado: Cada persona debe cuidar de su propio cuerpo. “El autocuidado es una habilidad que tenemos que fomentar en las personas con obesidad. Esto significa encontrar el equilibrio entre cosas que pueden ser placenteras y las necesidades reales que tiene el cuerpo”, explica.
2. Buscar ayuda: Una vez se reconoce el problema, el siguiente paso es buscar ayuda. “Cuando se tiene esa claridad, el paciente debe hablar con el médico para abordar el tema y recibir la orientación para su tratamiento”. Asimismo se puede hacer con el entorno. “Cuando la familia, la pareja o los amigos se suman a un cambio en el estilo de vida, le es mucho más fácil al paciente llevar adelante su tratamiento. Sin embargo, la reacción negativa de estas personas –burlas, señalamientos-, resultan perjudiciales para el proceso de la persona”.
3. Aceptación: Por supuesto, es difícil escuchar que se padece de una enfermedad que no se cura. Esto no significa que no hay nada que hacer. “Cuando se acepta y hay un compromiso con lo que se puede hacer para mantener controlada la enfermedad, las personas se dan cuenta que tienen muchas posibilidades de lograr una buena calidad de vida”.
4. Decisión propia: Una vez que se fomenta el autocuidado, se busca ayuda, se acepta la enfermedad y hay compromiso para su tratamiento, “lo demás puedes definirlo tú”, dice la experta. Esto tiene que ver con la relación con el entorno.