Los parques de Montería Simón Bolívar, Miguel R. Méndez y Laureano Gómez, ubicados en pleno corazón de la ciudad, quedaron deteriorados, tras los cuatro meses que permanecieron en el lugar cerca de 1.500 indígenas Embera, en calidad de desplazados.
Luego de garantizar el retorno hacia sus resguardos, ubicados en el alto Sinú, el alcalde de la ciudad, Carlos Ordosgoitia, indicó que iniciarán su mantenimiento integral para que los monterianos puedan disfrutar de esos espacios públicos.
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Los indígenas señalaron que salieron de la ciudad confiados en las promesas que les hizo el gobierno nacional de garantizarles alimentos y seguridad, pues indican que viven en medio del fuego cruzado entre grupos al margen de la ley y el Ejército y que además están muriendo de hambre.
Los parques de la ciudad se convirtieron desde el pasado 20 de abril en su refugio. Allí vivieron hacinados y en condiciones infrahumanas, pero al mismo tiempo los convirtieron en letrinas públicas.
Parte de la infraestructura se deterioró debido a que instalaron improvisadas viviendas, con madera y plástico. Allí bañaban a los menores, cocinaban, arrojaban desperdicios y permanecían las 24 horas del día, paralizando toda la actividad comercial que había en el parque.
Los comerciantes que tenían sus pequeños cubículos arrendados en el parque manifestaron que no pudieron volver y que los locales comerciales, ubicados alrededor del mismo, también quedaron semiparalizados, pues pocos querían ir al centro de Montería.
Ordosgoitia anunció también que lograron acuerdos con otro grupo de indígenas que se encontraba, desde hace seis meses, al lado de la sede de Urrá.
Exigían a la empresa la prórroga del pago de las indemnizaciones que la empresa pactó con ellos. Sin embargo, en los documentos oficiales se establece que el pago sería por 20 años, término que llegó a su fin.