comscore
Bolívar

Tejer para no olvidar: así preserva su cultura el pueblo Zenú en Santa Rosa

Entre sombreros de caña flecha, sabiduría ancestral y resistencia cultural, más de 470 miembros del cabildo indígena Zenú de Chiricoco luchan por preservar su identidad en el municipio de Santa Rosa, Bolívar.

Tejer para no olvidar: así preserva su cultura el pueblo Zenú en Santa Rosa

Los CAIZECHI una organización ancestral que agrupa a más de 470 personas, distribuidas en 112 núcleos familiares // Luis Eduardo Herrán.

Compartir

En lo profundo del municipio de Santa Rosa, Bolívar, lejos de los grandes titulares, habita una comunidad que teje con paciencia su historia, su presente y su porvenir. Se trata del Cabildo Indígena Zenú de Chiricoco, mejor conocido como los CAIZECHI una organización ancestral que agrupa a más de 470 personas, distribuidas en 112 núcleos familiares, bajo un modelo de gobierno propio, que lucha por recuperar y preservar el legado de sus antepasados.

Allí junto a la sede de la alcaldía de este municipio bolivarense, ubicado a escasos kilómetros de la ciudad de Cartagena se encontraban con su stand algunos integrantes de la comunidad y a lo lejos se podía leer entre líneas: “recuperando nuestra raíces”, la frase insignia de esta población. Este que día a día trabaja en pro de posicionar y preservar su legado ancestral, en aquel lugar, dimos inicio a un encuentro por la historia viva de la mano de dos de sus integrantes.

“Nosotros nacimos en la vereda Chiricoco. Ahí tenemos nuestra sede, ahí hacemos nuestras asambleas y tomamos decisiones. Pero estamos esparcidos por todo el municipio”, explica Noel Benítez Carvajal, uno de los capitanes del cabildo. Su voz transmite orgullo y firmeza, como si cada palabra reafirmara su compromiso con un legado que se niega a desaparecer.

Un grupo de mujeres son las encargadas de crear las piezas que guardan su legado e identidad // Luis Eduardo Herrán.
Un grupo de mujeres son las encargadas de crear las piezas que guardan su legado e identidad // Luis Eduardo Herrán.

Una raíz que no se ha cortado

La historia de esta comunidad se remonta a 1935, cuando llegó a la región el primer indígena procedente del pueblo Zenú. Hoy, ese anciano está por cumplir 110 años y sigue vivo, símbolo viviente de una raíz que, lejos de secarse, sigue creciendo. “Él vive en la vereda Campaña, monta su burrito, camina por el pueblo. Es parte de nuestra memoria viva”, relata Benítez.

Desde entonces, la comunidad se ha ido organizando, primero desde la informalidad y, con los años, adquiriendo reconocimiento legal como resguardo. Hoy cuentan con documentación y certificación por parte de la alcaldía, la gobernación y el resguardo de San Andrés de Sotavento. “Somos una extensión del pueblo Zenú y estamos legalmente constituidos. Nuestro nombre es Cabildo Indígena Zenú de Chiricoco”, detalla el líder.

Allí junto a la plaza estaban ubicados con sus muestras que trasmiten sus saberes y tradición // Luis Eduardo Herrán.
Allí junto a la plaza estaban ubicados con sus muestras que trasmiten sus saberes y tradición // Luis Eduardo Herrán.

Caña flecha, hilo y dignidad

La principal fuente de ingresos de esta comunidad es el arte. Un arte que se hace con las manos, pero también con la historia. Se trata del tejido en caña flecha, una tradición que ha pasado de generación en generación y que hoy mantiene activas a más de 40 personas dedicadas a la artesanía, entre ellas, al menos 12 mujeres que lideran el tejido.

“No es solo hacer sombreros. Es un proceso completo: desde recolectar la caña, curarla, tejerla, cocerla. Nos toma entre ocho y diez días hacer un sombrero”, cuenta Benítez, mientras acaricia una de las piezas con evidente devoción. Cada sombrero se vende en 120.000 pesos, aunque en los centros turísticos de Cartagena y otras ciudades del país alcanzan los 300.000. “Y allá sí pagan sin decir una palabra. El mayorista es el que gana. Nosotros solo recibimos las migas”, lamenta.

El arte, sin embargo, se sostiene por la pasión. “Esto no es un negocio, es una forma de mantener viva nuestra cultura. El arte no tiene precio”, repite con convicción.

Llegaron a este municipio de Bolívar a mediados del año 1935 // Luis Eduardo Herrán.
Llegaron a este municipio de Bolívar a mediados del año 1935 // Luis Eduardo Herrán.

Entre el campo y la feria

El tejido no es la única actividad económica del cabildo. La agricultura también ocupa un lugar central. Yuca, ñame, maíz y fríjol forman parte del sustento diario. Incluso algunos miembros, como Edison Flores, capitán y representante legal del cabildo, diversifican su trabajo vendiendo productos como helados artesanales, elaborados con recetas tradicionales.

“Nos toca hacer de todo. Hay días buenos y días malos. A veces llevamos nuestras artesanías a las ferias que organiza la alcaldía, y vendemos. Otras veces, regresamos con todo lo que trajimos. Pero no dejamos de intentarlo”, explica Flores.

Sus sombreros y artesanías reflejan su identidad y los reafirma como un cabildo en este municipio // Luis Eduardo Herrán.
Sus sombreros y artesanías reflejan su identidad y los reafirma como un cabildo en este municipio // Luis Eduardo Herrán.

Gobierno propio, medicina propia

El cabildo no es solo una organización cultural o económica: es un gobierno propio. Tiene reglamentos internos y se rige por normas comunitarias, especialmente en temas de salud y espiritualidad. “Contamos con sabedores, parteras, sobanderos y curanderos. Tenemos medicina ancestral, plantas empacadas, preparados como el ron compuesto. Todo lo hacemos dentro del marco de nuestra autonomía”, dice Flores.

Esta autonomía también implica un enfoque diferencial. No todos los habitantes del municipio pertenecen al cabildo, pero quienes sí lo integran se acogen a sus normas y su modelo de vida. “Somos un gobierno dentro del gobierno, con respeto por nuestras costumbres”, agrega el capitán.

La comunidad CAIZECHI no quiere ser vista como una reliquia del pasado // Luis Eduardo Herrán.
La comunidad CAIZECHI no quiere ser vista como una reliquia del pasado // Luis Eduardo Herrán.

Cultura viva de una comunidad ancestral

La comunidad CAIZECHI no quiere ser vista como una reliquia del pasado. Tampoco como un atractivo exótico para el turismo. Su lucha es otra: la de existir dignamente, conservar su lengua, su arte y su espiritualidad en medio de un país que muchas veces los olvida.

“No dejamos de tejer porque eso es lo que somos. Si dejamos de tejer, dejamos de ser. Así nos enseñaron nuestros abuelos y así lo haremos con nuestros hijos”, concluye Benítez, con la certeza de que cada sombrero, cada hilado y cada planta medicinal son, en realidad, actos de resistencia.

“Recuperando nuestra raíces”, la frase insignia de esta población // Luis Eduardo Herrán.
“Recuperando nuestra raíces”, la frase insignia de esta población // Luis Eduardo Herrán.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News