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Bolívar

La seño Mayito sigue creyendo en un mejor futuro para El Salado

María Magdalena Padilla, más conocida como la seño ‘Mayito’, aún recuerda cuando a sus 12 años asumió el reto de ser profesora de 37 niños en El Salado. Hoy, sigue trabajando por su territorio.

La seño Mayito sigue creyendo en un mejor futuro para El Salado

La seño Mayito quiere crear una fundación para seguir ayudando a la comunidad de El Salado. // Cortesía

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Aunque pasa el tiempo, María Magdalena Padilla aún recuerda con claridad lo que fue retornar a El Salado, aquella población de El Carmen de Bolívar que vivió uno de los capítulos más dolorosos del conflicto armado.

Corría el año 2002 y el lugar que tenía ante sus ojos era muy distinto al que conoció en su niñez. “No pensé encontrar a El Salado tan triste, tan solo, como un pueblo fantasma”, cuenta. Apenas tenía 12 años. Le recomendamos: Las vidas de El Salado

En ese entonces llegó con su mamá y sus hermanos, con quienes vivió el desplazamiento tras el asesinato de su padre. Confiesa que en un principio no quería regresar, pero con el tiempo se fue llenando de razones que la motivaron a quedarse.

“Un día mi mamá fue donde una vecina, que también llegó al pueblo por esos días y tenía una nieta que estaba criando. Ella le preguntó si podía ir a jugar conmigo, pero yo no quería ver a nadie. Estaba muy deprimida porque no quería vivir en El Salado. Igual, al día siguiente la mandaron y luego vino toda la semana”, recuerda.

La niña se llamaba María José y fue su primera estudiante, pues a ella se sumaron otros niños que fueron llegando diariamente a su casa. Fue así que pronto se convirtió en la seño Mayito. “Cada familia que iba retornando me iba llevando los niños porque en el pueblo no había colegio”, cuenta.

Fue así que logró tener en su casa hasta 37 niños. Sus clases pasaban por conocer los juegos tradicionales de El Salado, aprender matemáticas con piedrecitas, jugar fútbol y recorrer las calles del pueblo recolectando elementos que sirvieran para su pequeña escuela. Los niños tenían entre 4 y 12 años, por lo que incluso atendía chicos de su misma edad.

“Ellos llegaban a las 7:30 de la mañana y se iban al mediodía. Recuerdo que mi mamá me decía que ya no quería que llevara más niños, pero ya a mí me estaba gustando. Teníamos un tablero con tizas y yo hasta les dejaba tareas para la casa”, recuerda.

Su labor trascendió tanto que llamó la atención nacional. Eventualmente llegaron organizaciones a apoyarla y a donarle útiles escolares. Y aunque solo estuvo con los niños algunos meses, lo que sembró en ellos es algo que aún guarda en su corazón. “Yo sentía que dando clases le ayudaba un poco a la comunidad donde nací, donde me crié, al pueblo que amo con toda mi vida”.

La seño Mayito con sus estudiantes hace más de 20 años. // Cortesía
La seño Mayito con sus estudiantes hace más de 20 años. // Cortesía

Su experiencia, además, la convirtió para siempre en una defensora de la niñez. Hoy, a sus 35 años, es licenciada en pedagogía infantil y sigue velando por el bienestar de los suyos en El Salado, siempre procurando que los estudiantes tengan todo lo que necesitan para dar sus clases.

“Yo siempre estoy gestionando cosas para los niños, buscando donaciones de útiles escolares y de regalos. Me he inclinado más por ellos para que no pasen tantas cosas como las que yo tuve que vivir por la violencia”, dice la seño. Lea: La seño Mayito promueve campaña de útiles escolares para niños de El Salado

Una fundación para El Salado

Más de 20 años después, la seño Mayito sigue creyendo en el potencial de El Salado y de su niñez. Es por eso que ahora uno de sus objetivos es crear una fundación con el fin de seguir ayudando a su comunidad.

“Lo que tengo en mente ahora es, a pasos pequeños, montar una fundación que se centre en la parte del ser, en no saltarse las etapas de la niñez por culpa de violencia como me pasó a mí, que me tocó madurar con solo 12 años para asumir un cargo de docente, cuidadora y protectora”.

Lo que la motiva a trabajar son las nuevas generaciones, que son las que tienen en sus manos el futuro de El Salado. “Quisiera que no se perdiera la esencia de lo que es ser salaero, ser esa persona que le gusta trabajar y luchar por sus cosas, que no se pierdan las costumbres de nuestros abuelos y que El Salado siempre esté presente”, dice.

La seño Mayito luego se graduó como licenciada en pedagogía infantil. // Cortesía
La seño Mayito luego se graduó como licenciada en pedagogía infantil. // Cortesía

La seño Mayito reafirma que el salaero es una persona resiliente, orgullosa de sus raíces y que le gusta ayudar al otro, por eso sigue apostándole a su comunidad y a que los niños puedan soñar sin importar lo que haya ocurrido en el pasado.

“A pesar de la violencia y de tantas cosas que hemos atravesado, somos echados para adelante y siempre vamos a seguir luchando por lo que queremos. Yo lucho para que mi comunidad esté bien, para que la niñez salga adelante y piense que sí hay oportunidades. Eso es lo que quiero lograr, no se trata solo de llevarles un cuaderno, sino que ahí puedan plasmar sus ideas y pensar en lo que quieren ser”.

La esencia de aquella niña de 12 años aún sigue en la seño Mayito, es por eso que mientras pueda, seguirá honrando a aquella comunidad que en sus tiempos más difíciles confió en ella y que le regaló la vocación que la sigue motivando cada día: ser maestra.

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