Era parte de su rutina. Todas las mañanas después de regar las plantas del patio y poner a cocinar la yuca para el desayuno, mi abuela disfrutaba de una buena taza de café con su casabe. Tomaba un sorbo de café y mordía su casabe o tomaba un pedazo de casabe, lo sumergía en su café y se lo llevaba a la boca.
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El 31 de marzo de este año la ministra de Cultura de República Dominicana, Milagros Germán, lideró la comitiva de países que busca ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que se incluya el casabe en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata de una iniciativa que se adelanta desde enero y que consolida el primer expediente multinacional de su tipo en América Latina y el Caribe que es presentado ante este organismo internacional “por países en los que los pueblos indígenas desarrollaron el uso de este alimento preparado a partir de la yuca amarga o mandioca”. Lea: El casabe de Arjona, una tradición en vía de extinción
La ministra Germán, en compañía de representantes de Cuba, Haití, Honduras y Venezuela, expuso en la sede del organismo en París (Francia) que este alimento representa un elemento importante de lo que fueron y son los habitantes de la región Caribe.
“Sin lugar a dudas, las prácticas y saberes en la tradición del casabe se conservan para nosotros como un símbolo de la alimentación que tuvieron los primitivos habitantes de nuestra isla”, sostuvo Germán.
Y sí, el casabe encierra no solo una tradición culinaria sino una trascendencia histórica que muchos desconocen en Colombia y que quizá es una de las razones por las que el país no hace parte del equipo de países que busca otorgar dicho reconocimiento a este alimento.
Memoria e identidad
En su artículo ‘El tesoro del casabe’, el cocinero e investigador Julián Estrada Ochoa reseña que unos 17.000.000 de habitantes en las regiones que comprenden los departamentos de Meta, Casanare, Guaviare, Caquetá, Guainía, Vichada, Amazonas, Putumayo, La Guajira, Magdalena, Cesar, Bolívar, Atlántico, Sucre y Córdoba le profesan una “cariñosa admiración al casabe por su conspicuo sabor y su misteriosa capacidad para mantenerse inmutable con el paso del tiempo”.
Esta arepa, tortilla o disco de harina de yuca tiene sus orígenes en la cocina tradicional indígena. Este alimento fue el “pan” que conquistó el paladar de Cristóbal Colón y de su séquito de navegantes. La historia da cuenta que los conquistadores entraron en contacto en el Nuevo Mundo con dos productos taínos: el tabaco y el casabe. Lea también: Jhon Córdoba: el caleño que adorna el cielo de Cartagena en agosto
“Los cronistas de indias documentaron que desde que Colón pisó América en 1492 probó el casabe. Una reseña del cartógrafo Mauricio Obregón sobre el viaje de Cristóbal Colón también da cuenta de eso y muchos explicaban que los conquistadores notaron que el casabe no se dañaba, no se agusanaba mientras que el bizcocho de España sí, por eso al llegar a las Antillas se reabastecían de casabe, y con eso pudieron continuar el proceso de conquista”, cuenta Willy Martínez, exembajador de Colombia en varios países del Caribe.

El casabe, a lo que le pongas, sabe
El periodista cordobés Enrique Tercero Hoyos, en su ensayo ‘El casabe 30 siglos’, anota que el investigador Carlos Angulo Valdés logró demostrar con detalles clásicos la existencia del casabe de yuca desde mil años antes de Cristo (lo que se conoce como periodo cultural Formativo o Preclásico). “En investigaciones arqueológicas realizadas en la población de Momil (departamento de Córdoba) de diciembre de 1954 a abril de 1955 por Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff, se estableció que la cultura de los materiales excavados representa indudablemente un pueblo agrícola, establecido en un poblado permanente y de una extensión considerable”.
En este documento se nombran además otros pueblos casaberos en Colombia como Ciénaga de Oro (Córdoba), Tolú (Sucre) y Peñoncito (Magdalena). “Las familias productoras han asimilado por generaciones los métodos de producirlo y, de acuerdo con sus alcances, han conseguido nuevas técnicas para obtener un mayor rendimiento”, refiere Enrique Tercero Hoyos. Lea: ¡Hecho en Marialabaja! Estudiantes crean tónico para el cabello afro
En Ciénaga de Oro, por ejemplo, en el barrio Swan, las familias conviven y subsisten con la comercialización del casabe. Las mujeres que, en su mayoría, intervienen en la fabricación y elaboración de este alimento, todavía conservan esa tradición de aprender a hacer casabe a través de sus mamás, abuelas o tías.

En Bolívar se puede encontrar casabe en el municipio de Turbaco: familias de esta población conservan las tradiciones y formas de hacer este súper alimento.
“El casabe es un tesoro que tenemos en el Caribe colombiano y que abre la posibilidad de que Colombia pueda estar en ese grupo de países que quieren que el casabe sea Patrimonio Inmaterial de la Humanidad porque seguramente la atención que pondrá la Unesco en estos pueblos casaberos será muy especial y a la vez será un estímulo para que los gobiernos local y nacional trabajen de manera conjunta en una política que permita consolidar una industria artesanal para fortalecer a las familias que viven en torno a este alimento”, subraya Martínez.

Y es que el casabe en la región Caribe a lo que le pongas sabe. Suele acompañar no solo un buen tinto, sino que es un aperitivo ideal para consumir previo a las comidas. Colombia está en mora de integrarse a ese equipo que busca homenajear la riqueza nutritiva de este alimento milenario que sigue vigente en las cocinas de nuestro país. Y es que, como dicen por ahí: ¡A falta de pan, casabe!