Desde hace unas semanas la vida dejó de ser lo que acostumbrábamos, al menos para la gran mayoría de las personas, debido a la llegada del coronavirus y el inicio del aislamiento obligatorio.
Aunque lo ideal sería que todas y cada una de las personas que habitan el territorio nacional se quedaran en casa y así evitar que se siga propagando la enfermedad, lo cierto es que cumplir esta orden no ha resultado en algunos territorios. (Lea aquí: 106 sancionados en Bolívar en el primer día de cuarentena)
Tal es el caso del municipio de Santa Rosa, al norte del departamento de Bolívar. Allí, cuatro días después de que comenzara a regir la cuarentena, las personas seguían en la calle, haciendo compras, visitando al vecino, sentados en una esquina hablando y hasta andando en moto de a dos, tres y hasta cuatro pasajeros.
De no ser por algunos locales comerciales que están cerrados como los bares y discotecas, se pudiera decir que aquí la cuarentena es una ilusión, aunque los santarroseros dicen que sí la están cumpliendo lo cierto es que llegar al pueblo parece como un día cualquiera.
Para muchos se trata de un acto de irresponsabilidad, y sí lo es, pero cuando se piensa con un vacío en el estómago la cordura y lo razonable parece quedar de lado. Para los habitantes en Santa Rosa se trata de pura supervivencia, pues en medio de esta crisis, alimentarse y ganarse unos cuantos pesos, se les ha convertido en un desafío.
“A nosotros no nos va a matar el coronavirus sino es el hambre, porque no hay trabajo, la comida cara”, exclama Lucelis Olivares al preguntarle cómo han pasado la cuarentena.
Así como ella piensan Antonio, Jesús, Yuranis y quién sabe cuántos más de sus coterráneos, quienes en su mayoría viven del rebusque diario, los oficios informales, que por estos días están prohibidos, pero que aún así salen a ejercer para tener al menos con qué comprar alimentos.
“Uno quisiera acatar la orden como es y quedarse en la casa, no tener que salir a nada, porque no crea, esto nos da miedo, pero y qué hace uno si no tenemos con qué comer, yo por lo menos tengo dos hijos, tengo que salir a rebuscarme porque sino nos morimos de hambre porque aquí nadie nos ha dado una ayuda”, dice.
Y si ya de por sí dicen que no tienen con qué comer, según comentan, se les dificulta más la situación porque los productos de la canasta familiar han encarecido, como ha pasado en otros lugares.
“La canasta de huevos que costaba 8 mil o hasta 11 mil pesos ahora nos la venden a 14 y 15 mil pesos, el aceite pasó de siete mil a 11 mil y el arroz de 40 mil pesos a 50 y más. Nos dicen que denunciemos pero y qué hace uno si en la tienda uno no tiene soporte de nada, toca pagar el precio y ¿cómo hacemos si no trabajamos?”.
En Santa Rosa esperan que pronto lleguen ayudas para no tener que salir de sus casas y poder cumplir con la cuarentena como debe ser, pero sabiendo que en la mesa no les faltará el bocado.
“Nos dijeron que a partir del 2 de abril empezarán a llegar las ayudas, y ojalá sea así porque sino entonces nos toca seguir saliendo porque no podemos morirnos de hambre”.


