Los padres de familia del Gimnasio Vallegrande jamás podrán olvidar frases como “Los niños son como un limón entre más se les exprime, más jugo dan”.
Esa filosofía de vida, tan sencilla pero tan acertada, es la que ha permitido que grandes generaciones de hombres hayan logrado educarse para servir a los demás.
Alcaldes, gobernantes, profesionales de todas las modalidades han pasado por un claustro que surgió de los sueños de una pareja enamorada, Arcelio Garcés y Rafaela Begambre.
Ellos le apostaron a la educación en Córdoba. En 1974 fundador el preescolar Juan Jacobo Rosseau que funcionaba en la calle 22 con carrera novena y luego en 1981 cuando fue aprobada la primaria y el bachillerato con el nombre de Gimnasio Vallegrande, en la calle 60 del barrio La Castellana donde funciona actualmente, logró consolidarse como una de las mejores instituciones educativas de Córdoba.
Rafa, como le llaman, profesores, alumnos y amigos de una de las docentes más tradicionales de Córdoba, lucha por su vida y lo hace con el mismo tesón y la misma serenidad que a lo largo de los años ha enseñado a la comunidad educativa.
El Gimnasio Vallegrande es sinónimo de su nombre y aunque en los últimos días, por su delicado estado de salud, no ha podido acompañar a los alumnos en sus quehaceres diarios, es tan grande su legado que allí se siente su presencia.
Oraciones, misas y plegarias han unido a los miembros de la comunidad educativa para pedir por la restauración de su salud.
“Soy el mejor para el bien de los demás” es la filosofía de una institución que a lo largo de los años ha recibido la orientación de una mujer emprendedora, de apariencia humilde y serena, a quien Dios le encomendó la misión de educar a las futuras generaciones.
Hoy Rafaela Begambre de Garcés, desde la serenidad de su habitación y en convalecencia, sigue mandando mensajes de amor a todos los que la conocen y sigue aferrada al Dios Todopoderoso que le ha dado la oportunidad de vivir para servir y de convertirse en toda una leyenda para la educación en Córdoba.
