Chile ha vivido un gran contraste político en menos de nueves meses. El pasado 19 de diciembre las urnas “hablaron” y Gabriel Boric, un político de izquierda y exdirigente estudiantil, fue proclamado como presidente de Chile, con la mayor votación de la historia del país austral, desde que se implementó el voto voluntario. (Lea: Chile rechaza propuesta de nueva Constitución)
Sin embargo, a muchos analistas desconcertó que los 4,6 millones de personas que lo eligieron, un 56% de los ciudadanos que pueden votar en Chile, no lo hayan apoyado en la llamada: “debacle constitucional”.
Ese suceso fue el pasado 4 de septiembre, un domingo “negro” para el presidente Boric y su séquito político, pues, con el 99,98 % de los votos escrutados, el 61.87% de los chilenos rechazó la propuesta de una nueva Constitución Política, y así reformar la carta heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989) por otra con más derechos sociales.
La paradoja se vio en las calles. Un país que hace meses le daba su venia a Boric ahora celebraba en las calles su derrota política en el plebiscito. Una multitud celebró con banderas y oraciones el triunfo del “Rechazo”. “Hoy día no hay ganadores ni perdedores. Hay chilenos que nos tenemos que volver a encontrar”, dijo el líder de la campaña del “Rechazo”, Claudio Salinas.
¿La Chile de Pinochet?
“Revivió Pinochet”. Esa fue la consigna de Gustavo Petro, presidente de Colombia, al conocerse la decisión democrática en Chile. El mandatario colombiano consideró que la victoria del Rechazo en el plebiscito supuso un regreso del dictador chileno, Augusto Pinochet, de quien es heredera la actual norma constitucional.
Además, Petro agregó que: “Solo si las fuerzas democráticas y sociales se unen, será posible dejar atrás un pasado que mancha a toda América Latina y abrir las alamedas democráticas”, en una referencia a la emblemática frase del expresidente chileno Salvador Allende, derrocado por el golpe de Estado de Pinochet.
El triunfo del Rechazo se alimentó por el siempre potente “voto evangélico”, quienes se oponen al aborto y a la eutanasia. En la misma vereda, se inscribieron las fuerzas de derecha y conservadoras, especialmente exfuncionarios del gobierno del expresidente Sebastián Piñera; pero, también celebraron algunos movimientos socialistas, quienes expresaron que el resultado no es “un triunfo de la derecha ni de la izquierda, sino de Chile”.
Al unísono, los ganadores electorales establecieron que lo que buscan no es vanagloriar un texto constitucional trasnochado sino uno que represente a todos los chilenos.
El sosiego de Boric
A diferencia del escozor petrista, el presidente Gabriel Boric aceptó el resultado pese a su interés de reformar las leyes en un país con la mayoría de sus servicios básicos privatizados, incluidos los derechos del agua, y muchos derechos sociales sin consagrarse en el papel.
Boric fue criticado por líderes socialistas que indicaron que: “Redactaron una Constitución desde el odio y sus frustraciones. Quisieron ir por todo y nos dejaron sin nada, pasarán a la historia. Se lo dijimos hasta el propio Gabriel Boric hace meses. Nos ningunearon”, sostuvo el senador del Partido Socialista, Fidel Espinoza.
Ahora, el presidente chileno propicia diálogos con los líderes de todos los partidos políticos para concertar y que una nueva Constitución Política sea posible. Además, reformó gran parte de su gabinete, en lo que fue descrito como un “gran remezón”.
Sin embargo, “ya no será posible que se apruebe un nuevo texto con la línea progresista que buscaba implantar Boric con 388 artículos que ampliaban derechos sociales, de género, de minorías e indígenas, y ponía énfasis en una mayor protección medioambiental, a la diversidad sexual y más programas de bienestar social”, como consignó un reciente editorial de este medio.
Y recalcó: “Imposible sustraerse de las lecciones que comienza a dejar la experiencia chilena para el resto de Latinoamérica. La agitación ideológica agota al pueblo y el aplastante triunfo de quienes rechazaron la propuesta, deja al presidente Gabriel Boric, con apenas seis meses en el poder, ante una coyuntura inquietante que solo el diálogo entre las distintas fuerzas políticas y la sociedad civil podrá resolver sosegadamente”.
Eventuales efectos en Colombia
Para Yezid Carrillo, abogado y filosofo, es una equivocación de Petro el señalar que el tropiezo de la reforma constitucional chilena es la derrota de los sectores democráticos y progresistas, y la victoria de Pinochet. “Ni lo uno ni lo otro. El mensaje es claro y ‘esclarecedor’: llegó el momento de los consensos razonables y pluralistas, de superar los dogmatismos y sectarismos ideológicos y de ponerse de acuerdo en el país que queremos”
Y resaltó: “Hoy como nunca el Gobierno Petro tiene la oportunidad y responsabilidad de realizar las transformaciones sociales –prudentes y necesarias– para construir un país donde todos podamos no sé si ‘vivir sabroso’, pero al menos trabajar y vivir en paz. Hay que aprender del traspié chileno”.
En la misma línea, el politólogo Orlando Higuera expuso que la reacción de Petro “fue demasiado simplista y en ese sentido ‘dio papaya’, como se dice popularmente, a sus opositores. Primero, porque gradúa de ‘fascistas’ y partidarios a un dictador a personas que democráticamente acuden a las urnas a expresar su voluntad”.
Y agregó: “He visto personas que tienen posturas disimiles a las de Petro preguntándose si tendrá reacciones similares cuando no tenga apoyo popular en Colombia. Eso recuerda como en un debate él y los demás miembros de su coalición señalaron que en Colombia no había democracia, pero a pesar de eso hoy es el presidente democráticamente electo”.
Por su parte, el politólogo Luis Trejos explicó que en materia de efectos “la debacle de Boric no producirá efectos directos en la política interna de Colombia, en la medida que ese texto no tenía ningún vínculo directo con el modelo político, tributario, agrario, de salud, educativo, económico y cultural que, por medio de reformas, quiere implementar la administración Petro”.
Eso sí, recalcó que: “En el escenario que sí puede provocar efectos es en el plano regional, pues la perdida de liderazgo y presencia internacional de Boric, al verse volcado a resolver los problemas en su política interna, eventualmente significará que Petro perderá a uno de sus principales aliados continentales para el desarrollo de su política exterior, la transición a energías renovables y en temas medioambientales”.