“Desde la elección popular de alcaldes en 1998, empezó un proceso de deterioro. Mientras muchas democracias en el país empezaron en una evolución por escoger buenos candidatos, elegir buenos alcaldes, concejales, ediles...En Cartagena eso ha ido involucionando hacia una situación en donde básicamente lo que ha ido determinando el proceso democrático y el proceso electoral, ha sido el dinero”, sostiene Germán Ruíz, analista político y especialista en Ciencias Políticas de la Universidad de los Andes.
Para muchos no es sorpresa que desde que inició la contienda política en Cartagena, las maquinarias empleadas por los diferentes partidos políticos y movimientos significativos de ciudadanos fueron claves para captar los votos en las urnas. El pasado 25 de octubre, cuando el candidato Manuel Vicente “Manolo” Duque obtuvo la victoria con el 37,28 % de los sufragios, se hizo evidente, según expertos, que el apoyo popular y la “chequera” pueden entrar a competir al mismo nivel de dirigentes o aspirantes de la clase política tradicional.
Cuando la Registraduría abrió de manera oficial el proceso de inscripciones para aspirantes a diferentes cargos públicos, en la ciudad afloraron varios nombres, la mayoría con trayectoria política, otros “primerizos” y otros eran aprendices con sed de seguir ganando terreno en el ámbito de lo público.
Antonio Quinto Guerra, Jairo Martínez, Pastor Jaramillo, Andrés Betancourt, Carlos NgChin y Gina Benedetti eran los primeros nombres de 23 posibles que se hacían visibles por manifestar su deseo de ocupar el primer lugar en el Palacio de la Aduana, nombres e ilusiones que se fueron desmoronando con el paso de los días y que finalmente se redujo a ocho opciones de candidaturas: Fabio Castellanos (Partido Verde), Gina Benedetti (Centro Democrático), Andrés Betancourt (Cartagena Confirma), Reinaldo Manjarrez (Unión Patriótica), Antonio Quinto Guerra (Partido Conservador), Rosario Romero (Partido Aico), William García Tirado (Todo por Cartagena) y Manuel Vicente Duque (Primero la Gente).
La ciudad empezó a verse envuelta en modo “elecciones” y los candidatos sacaban sus mejores cartas y lo mejor de su estrategia política para obtener el voto de los ciudadanos. Fue así como primaron durante varias semanas los eventos masivos en donde música, colorido y comida eran los anfitriones. Muchas veces, las comunidades aledañas donde se realizaban estos “jolgorios”, manifestaron su incomodidad a este medio tras no poder descansar por largos días debido a la duración de estas “celebraciones”.
Con el paso de los días, aumentaron las apuestas, las primeras encuestas daban como ganador al ex concejal Antonio Quinto Guerra quien desde que lanzó su candidatura, ya lo llamaban “El Alcalde”; mientras que Manuel Vicente Duque fue el aspirante “sorpresa” de la contienda, pues la decisión cayó así, de sorpresa.
“La ola naranja” inundó varias comunidades y localidades, en los corrillos políticos afirmaban que Andrés Betancourt tomaba ventaja y que sería la fuerza resultante entre los cartageneros que apuntaban por el voto de opinión y los que aún no sabían si iban a votar. Sin embargo, el líder del movimiento Cartagena Confirma fue perdiendo adeptos y tras una serie de circunstancias su popularidad bajó de manera sustancial.
Una mujer segura, joven y que hablaba sin reparos, logró acaparar las redes sociales durante el proceso de elecciones en la heroica, Rosario Romero Ibarra, se vendía a sí misma como el “cambio”, “la energía de la esperanza”. Romero Ibarra, quien exasperaba a sus contendores cada que vez que hablaba frente a los micrófonos, logró constituir un grupo de adeptos que la seguían y que animaban a otras personas a depositar un voto a su favor. Aún así, la representante del partido AICO sucumbió en la recta final y prefirió declinar su candidatura, hecho que causó gran indignación y burlas.
Del candidato del “agua gratis” que incluso repartía bolsas con agua cuando realizaba sus visitas a las comunidades, queda muy poco por decir, William García Tirado quien aspiraba en principio a la Gobernación y que después se ilusionó con la Alcaldía de Cartagena, se hizo a un lado y al final también declinó a su aspiración para apoyar al hoy alcalde electo Manuel Vicente Duque.
La fuerza del Uribismo llenó de orgullo y valentía a la candidata Gina Benedetti, quien le apostaba a enamorar a los cartageneros con su propuesta de seguridad 24/7 y que bajo la enseñanza de su mentor, el ex presidente Álvaro Uribe, la ciudad podría mejorar en todos los aspectos. No obstante, los votos fueron pocos y muchos seguidores del Centro Democrático aún dicen sentirse “tumbados” con los resultados.
Fabio Castellanos y Reinaldo Manjarrez, se gozaron su candidatura a su manera, llamaron la atención pese a que muchos los consideraron aspirantes de “bajo perfil” y aunque no cumplieron con su objetivo de ganar las elecciones, si promulgaron la necesidad de seguir pensando en políticas públicas para mejorar la calidad de vida de los cartageneros y cartageneras.
CASO: GOBERNACIÓN
Lo que pasó en la Gobernación, quizás no dista mucho con lo que ocurrió en Cartagena. En principio eran tres candidatos: Dumek Turbay (partido Liberal), Rosario Ricardo (Partido Verde) y Yolanda Wong (partido de la U), todos recargados con grandes maquinarias y aliados políticos que dejaban ver una contienda fuerte y reñida.
Aun así, los días de contienda le fueron favorables al que denominan el mejor estudiante de la Administración en ejercicio, pues su nombre se posicionaba no solo en las encuestas sino también en el “voz a voz”.
La candidata del partido de la U, Yolanda Wong, consiguió toda una revolución gracias a su estrategia de la “Ola blanca” y a la manera de transmitir sus mensajes y propaganda política en medios de comunicación, factor, que sin duda dejó huella en la contienda electoral en el departamento.
Rosario Ricardo Bray quien aparecía estrechando los lazos de las comunidades más golpeadas por la pobreza y la inequidad en Bolívar no tuvo fuerzas ni salud para seguir en su aspiración y mediante un comunicado hizo pública su renuncia, decisión que también generó críticas en la opinión pública ya que Ricardo Bray se sumó como apoyo a la candidatura de Wong, quien había sido cuestionada por dirigentes del Partido Verde, que afirmaban que su campaña era financiada por "mafias políticas y chequeras ilegales" en el departamento.
Así las cosas, el ganador fue Dumek Turbay Paz, quien obtuvo 395.289 votos y que consiguió a lo largo de su campaña, el apoyo de diferentes aspirantes a la Alcaldía y Concejo.
¿Y EL VOTO EN BLANCO?
Para muchos, el gran perdedor en las urnas fue el voto en blanco. Pese a que desde el Polo Democrático Alternativo en Bolívar, en cabeza del concejal David Múnera, se lanzó toda una campaña política para su promoción, esta vez, los resultados no fueron favorables.
“Colombia es uno de los pocos países que tienen una casilla para el voto en blanco. Teóricamente este voto tiene un sentido muy profundo. Si miras el tarjetón y no encuentras un candidato, votas en blanco. Pero esta votación se reglamentó de una forma muy equivocada, casi perversa, pues para que tenga un valor jurídico, es decir, para que se anule la elección y se repita con otros candidatos diferentes, se requiere la mitad más uno de los votos válidos. Si estamos hablando de Cartagena, estamos hablando de más de 200.000 votos”, explicó Germán Ruíz, analista político.
Para el analista, fue evidente que durante la jornada democrática del pasado 25 de octubre, el voto en blanco fue un voto “perdido”, pues la misma dinámica de juego se encargó de -venderlo- como un voto que “no tiene pago, que no tiene transporte”, situación que lo puso en riesgo e hizo que perdiera toda validez.
Más allá de los ganadores, las elecciones del pasado 25 de octubre celebradas en todo el país, dejaron más allá de los ganadores, un sinsabor frente al verdadero poder que tienen los ciudadanos para elegir a sus gobernantes.
