A primera vista parece una de las tantas personas que acuden a los transportes públicos para solventar la vida. Tiene ahora un sombrero, una batola rosada y la acompaña una guitarra. Se excusa ante el público por si llega a causar molestias y se dispone a tocar.
Suenan las cuerdas de aquella guitarra, pero es cuando sus cuerdas vocales entonan la primera estrofa de ‘Yo viviré’ (I Will Survive), que sucede la magia: “Mi voz puede volar, puede atravesar// Cualquier herida, cualquier tiempo, cualquier soledad// Sin que la pueda controlar toma forma de canción// Así es mi voz que sale de mi corazón”.
Todos giran su mirada hacia esta mujer y no, no es una mortal cualquiera. De inmediato, pienso en conocerla más allá de aquella potente voz capaz de acaparar a cualquier público y de convertir en escenario a cualquier lugar, inclusive este bus, cuyos pasajeros, sorprendidos, la aplauden.
“Sí se llama”, grita alguien al fondo, en referencia al programa de televisión ‘Yo me llamo’, y las risas complementan aquel sentimiento que genera poder contemplar en vivo y en directo su talento. Quise conocerla más allá de aquella canción, pero ya, con esa primera estrofa, ella lo había dicho todo. (También te puede interesar: Édgar Álvarez: el artista que pasó de contar ‘plasti-chistes’ a ‘plasti-realidades’)
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El ‘triunfo’, como las metas, no deben tener fechas en los calendarios. Mientras se esté vivo no hay esperanzas que se pierdan. Tal como en esta historia. Su nombre es Doris Mendoza González. Tiene 60 años. Siempre supo que quería ser enfermera. Eso fue hasta los 55 años, cuando se retiró.
Entonces, un conocido suyo se realizó una cirugía y necesitaba de alguien que cuidara su postoperatorio. Doris aceptó la oferta: así fue como su destino la condujo a Cartagena de Indias y también a explotar su talento. “Ese muchacho estaba en Nueva York y vino para una cirugía. Me pidió que lo cuidara y viajé hasta acá”, cuenta.
Tres meses después, cuando su paciente se recuperó y se marchó, Doris contaba con dos opciones: regresar a su natal Valera, Estado Trujillo, Venezuela, o probar suerte en la ciudad Heroica. Ella comenzó una vida nueva.
¿Qué hacer en una ciudad tan distinta a la suya?, ¿En qué trabajar a los 55 años?, ¿Cómo ganarse la vida? Y sucedió. “En Cartagena exploté este talento de una forma que nunca había imaginado, nunca había tenido la oportunidad de cantar en escenarios grandes. El canto lo veía como un hobbie que compartía sólo con mi familia. A los 55 años comencé a vivir de la música, aquí lo desarrollé, la gente me inspiró a hacerlo, con sus aplausos y su cercanía”, narra.
“Comencé en la playa y luego en los restaurantes y en las plazas del Centro. El primer día que canté en un Transcaribe me moría de nervios, de pánico, pero cuando vi la sonrisa y los aplausos de la gente sentí satisfacción”, explica.
-¿Con quién vives?, le preguntó.
- Mi soledad me acompaña. Son momentos de ensimismamiento de mi persona y salgo a mi trabajo contenta, feliz de querer brindar al público una felicidad. Mi día a día es así. Esta es mi pasión.
Un sueño por cumplir
Un hijo de Doris sobrevivió al vertiginoso azar del destino que significa la Selva del Darién. Ahora vive en Estados Unidos. Su otra hija vive en Venezuela y la visita ocasionalmente en Colombia. La cantante sexagenaria reside arrendada en el barrio El Líbano.
Lo de cantar no es nuevo en Doris, la novedad radica que ahora es su forma de subsistir. Ha compuesto boleros al amor y a la vida, a Cartagena y al teatro, oficio que alguna vez estudió.
Confiesa que no se siente sola. Ella vive consigo, con su voz. “Aquí canté una vez en una tarima con Chawala. También me incluyeron en una película que se presentó en el Festival de Cine de Cartagena, fui el opening del documental. Esto que he hecho aquí nunca lo hubiera logrado en el lugar de donde soy. Aquí desarrollé mi pulmón cantando en la playa y en las plazas”, añade.
“Rompiendo barreras voy sobreviviendo// Cruzando fronteras voy sobreviviendo//Doy gracias a Dios por este regalo// Él me dio la voz y yo te la he dado con gusto”, canta y sonríe.
El optimismo siempre la acompaña y matiza en ella la esperanza de que algún caza talentos de un programa de concursos la “descubra” cantando. Lleva consigo ese sueño, mientras recibe elogios y felicitaciones del público.
Y sí, con la primera frase de aquella canción de Freddie Perren y Dino Fekaris, interpretada también por la célebre Celia Cruz, Doris se describe así misma y a la vida que ahora el destino ha puesto en su camino: “Mi voz puede volar, puede atravesar// Cualquier herida, cualquier tiempo, cualquier soledad// Sin que la pueda controlar toma forma de canción// Así es mi voz que sale de mi corazón”.