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Zumara superó el hambre y el abandono, ¡hoy persigue sueños en Cartagena!

Zumara Hurtado enfrenta adversidades, desde hambre hasta abandono, pero con valentía emprende un negocio de estética para brindar un mejor futuro a sus hijos.

Zumara superó el hambre y el abandono, ¡hoy persigue sueños en Cartagena!

Zumara lucha por su futuro cada día. //Foto: Cortesía

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Comenzar una vida desde cero es complicado, pero comenzar una vida desde cero estando embarazada, en una tierra desconocida, es aún más difícil. Zumara Hurtado es una mujer migrante venezolana que tuvo que empezar de cero aquí en Colombia, hace cuatro años, tras salir de su país para brindarle un mejor futuro a la hija que estaba a punto de tener, pues mientras residía en Venezuela, se enfrentó al hambre, a la inseguridad y a otras malas condiciones de vida.

Con 23 años, Zumara quedó embarazada de un hombre que decidió abandonarla y a su hija recién nacida. Sin más remedio, se apoyó en sus padres durante un largo periodo de tiempo, justo antes de tomar la decisión que cambiaría su vida para siempre y la haría pasar por situaciones que jamás pensó: migrar.

“Cansada de sobrevivir, decidí venir a Colombia a probar suerte. Me vine con familiares en carro, todo legal, y terminé viviendo con unos primos y una tía que vive en Cartagena”, comenta Zumara, quien lejos de vislumbrar un futuro mejor, se encontró con situaciones que echaron sus sueños al suelo. También te podría interesar: Estudiar, un sueño cumplido para José

Sobreviviendo a las adversidades

A pesar de estar acompañada por su familia, algo que en teoría haría la migración más llevadera, Zumara no era feliz, porque ella vino a Colombia a buscar un mejor futuro y aquí sentía que todo era igual o, incluso, peor.

“Llegué y la primera semana conseguí un empleo en una panadería donde me ganaba solo 13 mil pesos por día de trabajo. No tenía de dónde más sacar dinero para mi hija Mia”

Zumara Hurtado

Si las condiciones de trabajo de Zumara eran un problema, las condiciones en la que vivía eran peor. “Vivíamos todos juntos en una casita de dos cuartos y éramos 10 personas. A veces mi hija y yo dormíamos en la sala, a veces en el piso pero siempre hacía mucho calor”, explica.

Al llegar la pandemia la situación se hizo más difícil, porque muchos miembros de la familia perdieron su trabajo y Zumara tuvo que seguir trabajando en la panadería, con un horario de trabajo que se extendió hasta las 9 p. m., por lo que, cada día llegaba más cansada a su hogar, e incluso, a veces ni siquiera alcanzaba a ver a su hija antes de que se durmiera.

Una decisión crucial

Después de sobrevivir a tantas adversidades en este corto periodo de tiempo, Zumara empezó a ver la luz al conocer a un hombre de quién se enamoró, pero la realidad estaba a punto de golpearla nuevamente, pues al quedar embarazada, el hombre desapareció, repitiendo lo que había vivido en Venezuela.

Con un niño en camino, Zumara tomó la decisión crucial de dejar la panadería y emprender su propio negocio. “Siempre me gustó la estética y lo sabía hacer, así que empecé a ofrecer mis servicios haciendo cejas y depilando con cera. Los vecinos me apoyaron adquiriendo mis servicios, refiriéndome con otras personas, y aunque no es algo que me genere mucho dinero a diario, gracias a Dios siempre sale algo de trabajo para poder comer”, cuenta Zumara.

Con su emprendimiento navegando a toda vela y la pandemia desapareciendo en el horizonte, logró mudarse a un lugar más grande y trabajar a domicilio en otros barrios.

“Salía con una olla arrocera donde colocaba mi cera para poder trabajar. De hecho, aún la tengo, mi olla arrocera, un organizador y una cartera, esos son mis implementos de trabajo. No es mucho, pero mis ganas de salir adelante no me dejan sentir apenada por esto”.

Aunque Zumara siga enfrentándose a dificultades, poco a poco ha encontrado soluciones. Si no tiene con quien dejar a sus hijos, los lleva a su trabajo; si recibe discriminación, ignora los comentarios; y si se siente cansada, piensa en sus hijos, mira al cielo y se propone hacer lo necesario para, algún día, tener más que lo que le ha tocado. Lee también: Dos lideresas que ‘viven para servir’ en los barrios de Cartagena

Zumara sueña con un salón de belleza en Los Cerezos.

Zumara espera que su emprendimiento pronto se convierta en un salón de belleza, donde, además de trabajar, pueda darle la oportunidad a otras mujeres de prestar el servicio y trabajar para salir adelante, porque sabe lo duro que puede ser no tener donde apoyarse.

“Me gustaría que sea en Los Cerezos, mi barrio, porque ahí es donde tengo toda mi clientela”, explicó.

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