comscore
Pa’lante chamos y chamas

La carreta de Julio César, un valiente que recicla en Bayunca

Conozca la historia de un caraqueño de fe en Bayunca, que vivió momentos difíciles, pero no se dio por vencido. Todo por su familia.

La carreta de Julio César, un valiente que recicla en Bayunca
Compartir

Por las calles de Bayunca, corregimiento al norte de Cartagena, y uno de los principales puntos de acogida de población migrante venezolana y retornada en el Distrito, una carreta receptora de materiales reciclables se ve a diario por todos los rincones, en medio del sol canicular. (Lea también: Intégrate Cartagena, entre los cinco primeros del país)

Detrás de ese propósito medioambiental, de economía circular y de cultura ecologista, hay un hombre de profunda fe en Dios que empuja esa carreta para ganarse el sustento muy lejos de su natal Caracas.

Es Julio César Contreras, luchador constante que en medio de las dificultades propias de ser migrante, encuentra su mayor fortaleza en Dios para seguir guerreando y sacar adelante a su familia, su gran propósito en la vida.

Padre de cuatro hijos (tres de ellos en Bayunca y una en Caracas, la mayor) y esposo de Arelis Coromoto Pérez Ojeda, Julio César llegó a Bayunca en 2018 después de ver como la inflación en su país reducía a nada sus ingresos de comerciante de hortalizas y verduras.

Pero además de los ingresos había algo que preocupaba más a este hombre: la salud de la menor de sus hijos. Esas dos preocupaciones le hicieron salir de Venezuela y buscar otros horizontes, a más de mil kilómetros de su recordada Caracas.

Las oraciones son su fortaleza y en su mente no deja de repetir el versículo bíblico: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas”, Josué 1:9.

El destino lo llevó a Bayunca y gracias a un amigo encontró techo por unos días en esa localidad. Luego vivió en un barrio de invasión y en un lote construyó lo que él llamó su “rancho”. (También le puede interesar: Aunque el sol pegue sin piedad, un venezolano lo estudia desde Cartagena)

Felicidad por poco tiempo

Seis meses después, ya en 2019, Julio César decide volver a Venezuela, pero para traerse a su familia. La felicidad del reencuentro con sus seres queridos demoró poco pues las inundaciones arruinaron su “rancho” en el asentamiento de ‘La Umata’, en la periferia de Bayunca. “Fueron días muy difíciles, luego llegó la pandemia y mi esposa quería volver a Venezuela, pero encontré manos amigas en una iglesia cristiana donde me congrego, de la organización ICAC, en cuyos patios viví un largo tiempo”. Hermanos de la iglesia le permitieron luego construir rancho en dos solares prestados; mientras sus ingresos volvieron a depender de tomates y cebollas que vendía en las calles, según comenta.

Pero tenía que generar más ingresos y apoyado por su esposa surgió la posibilidad de emprender con la venta de tajadas de plátano verde, actividad que encontraba su mayor clientela los alrededores del campo de sóftbol de la población. Lograba vender hasta 50 bolsitas en cada salida. Esta emprendimiento duró poco ya que su materia prima, el plátano, pasó en corto tiempo de costar $500 la unidad a $1.200, lo que hacía insostenible el negocio. Es entonces cuando se dedica al reciclaje con una carretilla que le facilitó el dueño de la bodega en la que vende los materiales reciclados.

El destino llevó a Julio César al corregimiento de Bayunca, donde ahora se dedica al reciclaje.

Planea comprar su propia carreta

Reciclando, un buen día para Julio César le puede representar entre 25 y 30 mil pesos. Hoy sigue empujando la carreta y hasta tiene interés en comprarla. Las cosas parecen mejorar para este caraqueño. Ya está pagando el último de los patios prestados y pronto será ser suyo. (También le puede interesar: Roger Manuel, el barbero que no se echó a morir por un Caín)

De aquellos primeros días en que lo más difícil era adaptarse al inclemente clima y a las costumbres de la región, ahora da fe de que es “bendecido por Dios” y su esposa, quien insistía en regresar a su tierra después de ver todo inundado, hoy dice: “Me siento bendecida en todos los aspectos, mi hija se recuperó y está hermosa”.

Dos de los hijos de Julio César y Arelis Coromoto están próximos a graduarse de secundaria y hacen planes. La niña se inclina por las comunicaciones y el varón quiere probar suerte en La Marina.

Esta pareja sigue en la lucha, sigue empujando la carreta de la vida, agradecidos con Dios y Bayunca; y fiel al versículo bíblico se siguen esforzando en medio de una valentía, digna de replicar.

2018

fue el año en que Julio César salió de Venezuela, impulsado por la crisis y la inflación de su país.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News