Ante los inmensos daños que está ocasionando el agua salada al parque automotor de los habitantes de Bocala, como también a tantos que circulan rutinariamente por estos barrios, y aunque ya fue contratada la obra para el control de inundaciones, la cual se tomará 2 años para entrar a operar, es conveniente que la Alcaldía analice propuestas temporales que algunos ciudadanos vienen proponiendo mientras llega la solución definitiva. La alternativa provisional consiste, en opinión de algunos expertos en estas complejas materias, en algo sencillo y de sentido común, que sería simplemente evitar que ingrese agua salada en los puntos críticos que hoy todos percibimos.
Para el caso, el sitio más agresivo está en la curva por donde se ingresa a la Infantería de Marina, lugar que habría que “tapar” con sacos de arena en la boca toma del canal de aguas lluvias que conecta la Bahía con dicha curva. Así, en época de verano, que más o menos suma unos siete meses al año, se mantendrá cerrada para evitar el ingreso del agua salada en la Bahía; y cuando llueva con alto caudal, personal contratado y, si fuere conducente, personal de la misma Infantería de Marina, puede retirar los sacos para que evacúe el agua lluvia y se vuelva a tapar.
En los casos de lluvias de mediana y baja precipitación, se puede evacuar como ocurre actualmente a través del registro que está en la curva y que corresponde al alcantarillado sanitario de Acuacar que, por tratarse de agua sin sólidos y de caudales bajos, puede hacerse sin ningún inconveniente. De hecho, hoy buena parte de las aguas lluvia del barrio se evacúan a través de este sistema.
En otro lado, en la Avenida Chile, podría la Secretaría de Infraestructura sustituir las válvulas ‘pico de pato’ y colocar compuertas de acero inoxidable, como ya se propuso en su momento en reuniones con el actual secretario, lo que no es un asunto novedoso, porque el Distrito ha instalado en otros lugares de la ciudad esta solución, con buen éxito.
Esta alternativa podría ser aún más provechosa si se considera el costo de cada válvula, que no supone una gran inversión teniendo en cuenta que solo serían aproximadamente 15 válvulas pico de pato las que habría que adquirir, con lo cual la solución se plantea sumamente económica para el gran beneficio que aporta.
En la práctica, conforme con su comportamiento, cuando llueve con altos caudales de aguas lluvia se abren las compuertas y al finalizar el aguacero, se cierran, evitando así que entre agua salada a la vía por aumento de las mareas. Igual ocurre con los aguaceros de mínima intensidad, pues se evacúa el agua a través del sistema de Acuacar.
Dicha empresa podría aprobarlo, reconociéndole los respectivos costos, sin inconveniente, pues en estos casos no habría inconveniente siempre y cuando sea para las lluvias de baja precipitación y que no haya desechos sólidos en las vías.
