Los discursos que el mundo escuchó ayer en el acto de entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado constituyen una profunda oda a la Libertad, iniciando por el del presidente del Comité del Nobel, Jørgen Watne Frydnes, quien para explicar los tres criterios establecidos en el testamento de su creador, Alfred Nobel, para otorgarlo, hizo un preclaro paseo por el valor y el sentido del espíritu democrático y de su contrapartida, el hombre autocrático.
Unir movimientos políticos, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos comunes con el objetivo compartido de restablecer la democracia, con oposición a la violencia y la militarización de la sociedad venezolana y el impulso de la fraternidad, sustentan las razones por las que María Corina ha sido elevada a una categoría incontrovertible, este año.
Aún resuenan frases poderosas como “La democracia constituye la forma más elevada de fraternidad y el camino más seguro hacia una paz duradera”; “No fue Nelson Mandela quien hizo violenta a Sudáfrica, sino la represión del régimen del apartheid contra las demandas de igualdad. No fueron los grupos de oposición quienes iniciaron las encarcelaciones en Bielorrusia, las ejecuciones en Irán, o la persecución en Venezuela”; o “La violencia emana de los regímenes autoritarios cuando arremeten contra las demandas populares de cambio”.
La determinación y delicadeza de su coraje, convicciones y estilo de liderazgo impresionan a todas las almas que tienen un sentido básico de la decencia. María Corina es hoy el mejor ejemplo de lo que puede lograr una mujer valiente y convencida de su papel en la historia de su nación, a pesar de la evidencia incontrastable de que está enfrentada a lo peor de la vileza humana.
Su decisión de pasar a la clandestinidad por causa de la represión con la que el oprobioso régimen respondió a las protestas de la Sociedad Civil, una vez se conocieron los resultados amañados de las elecciones presidenciales, para dar su lucha libertaria sin abandonar el país de sus amores, la convirtieron en la voz de la disidencia desde que fue despojada de su derecho a ser elegida presidenta en 2023, como candidata unitaria de la oposición en las elecciones primarias, para impedirle participar en las elecciones presidenciales celebradas el 28 de julio de 2024.
El discurso de aceptación del Nobel de Paz, leído en su nombre por su hija Ana Corina Sosa Machado al ser privada de esa oportunidad tras las amenazas descaradas de los desvergonzados autócratas, está lleno de mensajes enormes sobre el valor de la Libertad, y de cómo se puede perder mediante el uso mendaz de los mecanismos que la noble democracia le concede a los conciudadanos.
Su lucha es también un llamado para todas las naciones en las que aún se respira libertad. Y Colombia no está exenta de ese llamado. Mantenerse alertas es apenas una posición elemental.
