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Editorial

Los reinados

“La interacción de las candidatas de los reinados Popular y Nacional en distintos eventos, como el Desfile del Bando, dignifican y visibilizan la cultura local y la identidad regional...”.

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Ayer, con la elección de la Reina Popular, y esta noche, con la Señorita Colombia, ambos eventos enmarcados dentro de las Fiestas Novembrinas y de la Independencia de Cartagena de Indias, se cierran las celebraciones de este 2025, pero no así sus efectos.

A no dudarlo, las Fiestas de este año serán inolvidables; queda probado que, sin el liderazgo de su primera autoridad, Cartagena estaba condenada a ver languidecer las celebraciones que por decenios le dieron luz a la identidad de un pueblo que viene reclamando integración, inclusión y concordia.

A los reinados de belleza no les faltan críticos; y si de conjugar ambos reinados, el Popular con el del Nacional de Belleza, el asunto fue, hasta hace muy poco tiempo, peor.

Se partía de la confusión en cuanto a que el Concurso Nacional de Belleza (CNB) había opacado a las Fiestas de la Independencia, por la importancia local y nacional que se le deba a la participación de las candidatas de los distintos departamentos y regiones. Quienes esto afirmaban no se percataron que el problema no era el CNB, sino la renuncia de las autoridades locales, singularmente las de cultura, a elevar el nivel de importancia de los eventos organizados por la Alcaldía y sus distintos despachos, y a dar un trato digno y con sobriedad vistosa a las reinas barriales, a nivel similar o equivalente a las que el CNB les brinda a las suyas.

La actual administración ha demostrado que, más allá de la visión ideológica de las celebraciones, o de mirada recortada que resta empatía y convocatoria a todos los sectores sociales, lo que importa es sumar a cuantos más se pueda al jolgorio colectivo, pero no como una agregación de voluntades deshilvanadas, sino con un sentido altísimo de la estética como elemento esencial de la organización de las diversas actividades, brindando apoyo al mayor número de estas, para el lucimiento de los actores festivos y, con ello, a una mayor integración social.

Los reinados no son una creación nuestra; se organizan en casi todo el planeta, pues sus gobiernos reconocen que pueden ser plataformas que avivan el empoderamiento de la mujer, al tiempo que reaniman a sectores de gran impacto económico y de empleo, como son la industria de la moda (y sus pomposos disfraces) y el entretenimiento, que tanto impactan a la promoción de barrios y ciudades en el deseoso mundo del turismo.

Por supuesto, siempre habrá que evitar la cosificación de la mujer, o de perpetuar estereotipos de belleza, o modelos de negocios excluyentes, hoy menos frecuentes gracias al imbatible empoderamiento femenino.

Finalmente, la mezcla o interacción de las candidatas de los reinados Popular y Nacional en distintos eventos, como el de la Lectura del Acta de Independencia en el Concejo, o en el desfile del Bando, dignifican y visibilizan la cultura local y la identidad regional, que suelen ser ignoradas en otras regiones del país o en el exterior.

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