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Editorial

Descertificados en trata

“Washington concluyó que el Estado colombiano no cumplió con los requisitos mínimos exigidos para enfrentar este mal horrible...”.

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Justamente el mismo día en que la Alcaldía, en articulación con el Ministerio del Interior, remitía invitaciones para la II Cumbre Internacional 2025 “Cartagena de Indias: Turismo seguro y libre de trata de personas”, que se realizará el próximo 2 de octubre en el Centro de Convenciones Julio César Turbay, el gobierno de EE. UU. publicó nueva ‘descertificación’ del país, esta vez en la lucha contra la trata de personas.

El informe ubica a Colombia en Tier 2 o nivel 2, luego de haber permanecido en los últimos años en Tier 1, la máxima calificación en esta medición internacional. Con ello, Washington concluyó que el Estado colombiano no cumplió con los requisitos mínimos exigidos para enfrentar este mal horrible.

Tal como lo informamos en nuestros espacios de noticias, la descertificación se fundamenta en varios aspectos, pues aun cuando se reconoce que nuestras autoridades han investigado y judicializado a responsables de estos oprobiosos delitos, incluidos funcionarios cómplices, el informe señala retrocesos en la atención a las víctimas.

El Ministerio del Interior de Colombia respondió ratificando el compromiso del Gobierno en esta lucha, recordando que en 2024 se atendió a 416 víctimas, subrayando que “la naturaleza transnacional de este delito requiere de la cooperación internacional para avanzar en la detección, persecución, judicialización, recuperación y repatriación de los activos provenientes de este ilícito, desincentivando así la ocurrencia del delito y permitiendo la reparación de las víctimas”, lo que compartimos plenamente.

El alcance de los carteles internacionales es tan vasto a lo largo de este continente, con conexiones en otros del viejo mundo que, sin una coordinación poderosa entre Estados, difícilmente se le podrá “torcer el cuello” a un negocio que mueve miles de millones de dólares a nivel global.

Es también cierto que nuestro país y, singularmente, Cartagena, están haciendo ingentes esfuerzos para arrebatarles a los niños, niñas y adolescentes a los depredadores sexuales y sus compinches. Pero tenemos que sincerarnos en este problema, que nos está rebasando, porque el asunto no es solo la trata de personas.

En efecto, muchos cartageneros ni se imaginan el horror que están viviendo niñas, niños y adolescentes en cientos de hogares y lugares, en donde se les abusa de diversas formas, pero singularmente en materia sexual. Niñas y jovencitas que comienzan a vender sus cuerpos llevadas a esto por sus propios padres o parientes, o que satisfacen las aberraciones de personas dispuestas a pagar por verlas en videos en vivo o grabados, y otras formas de esclavización, que les roban su niñez o juventud, a un costo personal incalculable por los efectos que tienen en sus vidas en relación, de cientos de nuestros menores y jóvenes.

Hay que ir más allá, y es el diálogo que tenemos que profundizar.

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