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Editorial

Otras esclavizaciones

“Tenemos que esforzarnos para que la IA no nos imponga el “capitalismo de la vigilancia”, lo que exige convertirnos en ciudadanos digitales críticos...”.

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En el editorial de ayer iniciamos un resumen de las reflexiones que dejaron las mesas de trabajo sobre las nuevas esclavizaciones en Cartagena, convocadas en el marco del seminario “Esclavizaciones y emancipaciones históricas y actuales”, coordinados por la Universidad Militar Nueva Granada y la Fundación Centro de Cultura Afrocaribe del Santuario de San Pedro Claver. En esta edición culminamos el resumen sobre otras dos formas de esclavización que padecemos en Cartagena y el departamento.

La explotación laboral de trabajadoras domésticas sería la cuarta forma analizada en las referidas mesas de trabajo, que debatieron sobre el alto porcentaje de mujeres que trabajan en este tipo de servicio, especialmente bajo la informalidad (89%), a lo que se le suma el incremento de niños y jóvenes en este tipo de labores, lo que vulnera derechos de la infancia a la educación, al esparcimiento y a un desarrollo pleno, perpetuando ciclos de pobreza.

La informalidad supone falta de seguridad social, precariedad absoluta (sin prestaciones, sin horarios definidos, sin derecho a pensión y, frecuentemente, con remuneración por debajo del salario mínimo). Adicionalmente, en el país no se ha reconocido la labor del cuidado, en donde se cuente con salarios dignos que resignifiquen este trabajo, lo que apunta a un problema estructural de género, pues esta labor históricamente asignada a las mujeres se considera una “extensión natural” de su rol, no una actividad económica productiva.

“Resignificar” el trabajo exige que la sociedad lo valore como un pilar fundamental del bienestar y la economía (economía del cuidado), para que todas las demás esferas productivas funcionen; y un “salario digno” es la materialización concreta de ese reconocimiento social.

La ausencia de conocimiento y difusión de los convenios de la OIT afecta a empleadores y trabajadoras por igual, generando un vacío donde prevalece la arbitrariedad. Así mismo, no se está realizando una inspección adecuada, dado que es muy difícil visibilizar las violencias que se presentan dentro del hogar, y su cadena de abusos (acoso, maltrato psicológico, confinamiento y explotación laboral sin testigos).

Y otra forma de esclavización, más general, es la tecnológica, producto de este tiempo de fusión entre lo humano (homo sapiens) y la tecnología, donde la existencia y la identidad misma se definen a partir de la tecnología; esta especie es el Homotecnológico, pues las herramientas tecnológicas no solo se usan, sino que van moldeando nuestra forma de ser.

Tenemos que esforzarnos para que la IA no nos imponga el “capitalismo de la vigilancia”, lo que exige convertirnos en ciudadanos digitales críticos, no perder los encuentros comunitarios y mantener los espacios de discernimiento para generar conciencia y contrarrestar esos efectos negativos.

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