Si necesitábamos apreciar en vivo y en directo la íntima relación que existe entre las tres Ramas del Poder Público, este miércoles fue la ocasión perfecta, con ocasión de la elección de Carlos Camargo como nuevo magistrado de la Corte Constitucional.
Mientras que en los salones de clases de Derecho se explica esa relación, enseñando que se sustenta en la preservación de la independencia, pero colaborando armónicamente entre estas para cumplir los fines del Estado, bajo la idea de que esa cooperación se basa en el famoso sistema de pesos y contrapesos, el cual incluye mecanismos de control mutuo para evitar el abuso de poder de alguna de estas Ramas, desde distintas orillas se acusaba al Gobierno de querer aprovechar esta oportunidad para hacerse al control de la mayoría de la Corte Constitucional, dando por descontado que ya contaba con magistrados signados con la palpable tendencia a proteger los intereses del Ejecutivo o acompañar las tesis jurídicas por éste planteadas.
Es claro que esa visión, de ser cierta, atentaría directamente contra los principios constitucionales mencionados, pues supone borrar los límites que resguardan la independencia entre el Ejecutivo y el Judicial; pero los señalamientos en tal sentido, que comenzaron a tomar fuerza días antes de la elección del miércoles, se concretaron momentos después de esta, con un trino del presidente de la República y algunas decisiones anunciadas por los ‘mentideros políticos’ que, de concretarse, no harían sino confirmar que en verdad hubo un cabildeo para que quedara una de los candidatos al cargo en mención.
La actitud del primer mandatario, de varios de sus lugartenientes y congresistas meridianamente mostraron al país que sí había ese propósito o, al menos, que se albergaba esa ilusión de control. El hecho de que la gran mayoría de opinadores considerara que el Ejecutivo sufrió un revés con la elección del nuevo magistrado, y que la votación se convirtió en un pulso entre Gobierno y oposición, de ser cierta, sería profundamente decepcionante.
¿Por qué tendrían que salir del Gobierno tres ministros como efecto de esta elección? Lo único que podría explicarlo es que las consideradas fichas de los partidos de la coalición de Gobierno terminaron jugándose por Camargo.
Si esto es así, sería deplorable, pues podría inferirse que el Ejecutivo trató de torcer la independencia del Legislativo para que terminara designándose a una persona percibida como aliada incondicional, lo que supondría el propósito y el riesgo de difuminar los límites que resguardan la autonomía del Judicial.
Lo que ha ocurrido, aunque no fuere cierto, despierta las alarmas. La responsabilidad que recae en los integrantes de la Rama Judicial es enorme, para disipar las dudas que existen sobre si son independientes o no frente a las otras Ramas del Poder Público.