Durante más de cuatro horas al aire, primero en alocución presidencial y después en consejo de ministros, el presidente de la República se despachó sobre diversos temas, iniciando en extenso con el de la Salud, con referencias en las que tiene la razón en varios tópicos, pero que quedaron deslucidas por intervenciones caóticas, incoherentes e imprecisas, incluyendo los consabidos insultos e injurias contra diversos sectores sociales.
La manera desaprensiva en que fustigó a la Corte Constitucional por dejar sin efectos la intervención forzosa de la EPS Sanitas, o al Consejo de Estado por lo inherente al nuevo decreto de reparto de tutelas, o a la Contraloría y la fiscal general de la Nación, o la acusación contra medios de comunicación por supuestamente desinformar, precisamente esos que han destapado los escándalos de su Gobierno, y tantas cosas más que afirmó el martes.
Mención especial merece la ofensa contra sus ministros y exministros, de quienes espetó que lo habían traicionado, con lo cual el mensaje que queda es que el Gobierno ha padecido una situación de descontrol y de que, de ser cierta semejante acusación, existe una responsabilidad a cargo del primer mandatario por ‘culpa in eligendo’, esto es, ‘en la elección’, lo cual indicaría una responsabilidad por los daños causados por sus excolaboradores, a quienes escogió para realizar tareas o actividades propias de sus cargos.
Preocupa la confesión de desinformación del presidente en varios temas que está obligado a dominar. Para citar un solo ejemplo, no se entiende cómo puede estar confundido entre lo que fue el fallo que suspendió el proceso de cobro de la valorización de la vía entre Barranquilla y Cartagena, con el proyecto de recuperación del Canal del Dique. Es impensable que esto haya ocurrido, pero sucedió en vivo y en directo, con afirmaciones totalmente salidas de la realidad, y cuyas consecuencias, si no se corrigen, harán daño sobre todo a la población vulnerable y raizal que tanto se precia en defender, y a las especies de la naturaleza herida por la sedimentación, tema del que se percibe adalid mundial.
Un dato al margen: el presidente volvió a cometer la indelicadeza, por decir lo menos, de utilizar el color de la piel para señalar qué pueden o no pueden pensar y hacer quienes pertenecen a una etnia en singular. Su referencia a que a él “... nadie que sea negro...” le va a decir que hay que excluir a un actor porno del Gobierno o a una mujer webcam por ejercer esos oficios, con lo cual todo afrodescendiente que no comparta con el presidente qué cargos no tendrían por qué ser ocupados por otros perfiles, es un traidor de su etnia, constituye una mirada parcial en nombre de la inclusión y la justicia racial, que en el fondo incluye una discriminación al que disiente, pues exige una lealtad al poder de turno, que riñe con la dignidad y libertad de pensamiento de los gobernados.