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Editorial

Colombia y los Brics

“No tiene sentido sacrificar al aliado de lejos más importante, por razones de ideología política del gobierno de turno, máxime si se analiza con cuáles países hay afinidades...”.

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Esta semana el presidente Trump confirmó su dura posición contra los países que entienda alineados con políticas antiamericanas salidas de los Brics, a los que les aplicará aranceles adicionales del 10%.

Esto ocurre justo cuando el Gobierno nacional selló su acercamiento a este grupo, conformado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia e Irán. Por fortuna, no se inscribió como miembro activo de este poderoso bloque sino en calidad de miembro prestatario del banco de fomento creado por esa organización con fines financieros (el Nuevo Banco de Desarrollo), por solicitud del presidente Gustavo Petro.

Sin embargo, no deja de causar preocupación que esto haya ocurrido justo en el desarrollo de la serie de anuncios del presidente Trump contra los países que lo conforman.

Aun cuando, según el Foro Económico Mundial, este grupo representa algo más del 40% de la población mundial y el 37,3% del producto interno bruto mundial, EE. UU. es de lejos el principal socio comercial de Colombia, destinatario de casi el 29% de las exportaciones (49.552 millones de dólares), en tanto que los 10 países que conforman los Brics apenas llegan a la mitad (el 15,47 del total, en 2024).

Conforme con lo que está pasando en la geopolítica, es conveniente que el país, en su justo, y necesario deseo de diversificar la economía y las exportaciones, tenga el mayor cuidado de minimizar susceptibilidades y riesgos que puedan suponer perder amplios mercados. No tiene sentido sacrificar al aliado de lejos más importante, por razones de ideología política del gobierno de turno, máxime si se analiza con cuáles países hay más afinidades en materia de regímenes democráticos.

La vinculación al Nuevo Banco de Desarrollo en principio no debería propinarle efectos negativos al país con EE. UU., pues otras naciones naturalmente aliadas de este, como Egipto, Emiratos Árabes y Bangladesh, también adoptaron esa vía sin que ello suponga algún alejamiento de esas relaciones.

Pero las diatribas frecuentes del presidente podrían dejarnos con el pecado y sin el género; es decir, que sin hacer parte de los Brics, una sucesión de mensajes en las que el Gobierno se muestre como si en la práctica hiciera parte integral de ese grupo, puede perfectamente percibirse por la Secretaría de Estado como una conducta inamistosa contra Washington.

Esto no es un exceso de prevención si se tiene en cuenta el claro mensaje que el Encargado de Negocios de EE. UU. libró ayer en Medellín a su regreso al país. Aun cuando el retorno de los dos embajadores le baja la intensidad a la acritud de las últimas semanas, la sinceridad de John MacNamara en cuanto a que persisten las preocupaciones en su gobierno sobre la retórica y acciones de los más altos niveles del Ejecutivo colombiano que ponen en riesgo la relación entre los dos países, no puede ser más diciente.

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