Esta semana la Procuraduría General de la Nación inició inspección administrativa en la Cancillería, por el caso de los pasaportes y el cambio de modelo en el que está empeñado el Gobierno, como parte de la vigilancia preventiva solicitada por la saliente ministra Laura Sarabia.
La hasta ayer canciller había advertido de graves consecuencias para el país sobre el futuro de la expedición de los pasaportes para Colombia, desmintiendo públicamente al jefe de Despacho de la Presidencia, Alfredo Saade, quien había asegurado al país que estaba listo para la firma el contrato entre la Imprenta Nacional y la Casa de la Moneda de Portugal.
Resulta de altísima gravedad el señalamiento hecho por Sarabia en cuanto a que recibió una comunicación de aquella oficina de Portugal, en la que manifestaron no saber a qué contrato se refería Saade, así como que no estaban listos para firmar nada y que llevaban tiempo intentando comunicarse con la Imprenta y la Presidencia sin obtener respuesta, según información publicada por Cambio, al punto que, posteriormente, en el Reporte Coronell, Saade admitió que no se había firmado el contrato con Portugal.
El que la Imprenta Nacional, a dos meses de fenecer la actual prórroga del contrato celebrado por urgencia manifiesta con el actual proveedor, no esté lista para recibir este contrato, debería despertar en Presidencia todas la alarmas para que el país no enfrente una crisis en la expedición de tan importante documento a partir de septiembre próximo, pues si el contrato con Thomas Greg acaba sin un reemplazo de similar o superior experiencia, conocimiento y tecnología, los colombianos se van a quedar sin nuevos pasaportes.
Es absolutamente inadmisible que no haya consecuencias contra la afirmación de Saade en cuanto a que el Gobierno estaba listo para imprimir con el apoyo de Portugal los nuevos pasaportes, cuando apenas lo que hay son negociaciones sin ningún acuerdo cerrado.
No puede ser que se ponga en riesgo la producción de los ocho mil pasaportes diarios que se requieren para satisfacer la demanda nacional de este documento, por el prurito de no dar el brazo a torcer en el empecinamiento de que la Imprenta Nacional se encargue de esa operación, aun cuando es ideal que así sea.
Pero en el entretanto no se pueden tomar decisiones que impliquen omisión o negligencia en el deber de planeación a cargo del Gobierno, y mucho más si llegare a ser cierto que Saade dio la orden de ralentizar las citas para que no se agote el inventario de pasaportes disponibles para el público.
Las acusaciones de Sarabia en cuanto a que Saade mintió al presidente y, por ende, al país, en cuanto a que la Imprenta Nacional está lista para asumir esa compleja tarea, y que éste habría tomado decisiones para dinamitar el proceso para esa contratación son gravísimas.
¿Saade obra por su cuenta o por órdenes del presidente?