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Editorial

El panorama fiscal

“El mensaje más importante que puede brindar el país en un momento tan crítico es el de la responsabilidad fiscal, lo que supone una restricción drástica en el gasto...”.

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Si el panorama fiscal se percibía oscuro, después de conocer el informe del equipo de Investigaciones Económicas del Banco Popular, citado por El Tiempo, los nervios de los analistas económicos deben estar aún más alterados.

De conformidad con dicho informe, con el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2025, el país debía destinar alrededor de 86 billones de pesos al pago de intereses, “lo que equivale al 4,7 por ciento del producto interno bruto (PIB)”, situación que ha puesto a Colombia como el sexto país con la deuda más costosa del mundo medido por la tasa de los bonos soberanos a 10 años en moneda local (del 12,67%). Hoy, solo nos superan Líbano, Turquía, Nigeria, Brasil y Rusia.

Tal como lo hace ver la nota periodística, es traumático que la alta prima de riesgo que el mercado percibe sobre Colombia no se compadezca con los fundamentos macroeconómicos de los países que comparten este grupo, respecto de los cuales Colombia está pagando intereses más altos.

Si a lo anterior se suman otros indicadores comparativos con países similares, es incontrastable que nos abocamos a una situación fiscal de la más alta gravedad, que exige la adopción de medidas que vayan más allá de simplemente proponer el incremento de impuestos.

Duele que sea así puesto que desde hace al menos dos años se viene advirtiendo que ese sería el resultado por haber adoptado decisiones que necesariamente deteriorarían los ingresos al erario nacional, tales como haber iniciado el proceso acelerado de marchitamiento de las industrias relacionadas con minas y engería, singularmente con la extracción, producción y exportación de petróleo, gas y carbón, sin haber antes logrado implementar medidas que compensaran esa pérdida de ingresos.

Por el contrario, no solo no hubo una sustitución de exportaciones, sino que se ha incrementado inmisericordemente el gasto público inoficioso, que no genera productividad ni propicia la causación y cobro de más impuestos por el dinamismo económico, que nunca llegó, todo lo cual puede agravarse de cara a las elecciones de 2026, época en la cual es previsible que se deteriore la responsabilidad fiscal.

Para rematar, la decisión de activar la cláusula de escape de la Regla Fiscal sin que hubiese razones macroeconómicas internacionales que lo ameritaran, daña la credibilidad sobre el buen manejo económico del país, tal como lo anota Asobancaria, señalando que el creciente desbalance entre ingresos y gastos revela limitaciones estructurales del sistema fiscal pese a múltiples reformas tributarias, lo que trae consecuencias ineludibles, como el incremento en las tasas de interés y el riesgo de pérdida definitiva del grado de inversión.

El mensaje más importante que puede brindar el país en un momento tan crítico es el de la responsabilidad fiscal, lo que supone una restricción drástica en el gasto y en el endeudamiento.

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