Hacemos propio el mensaje que nuestro columnista Eduardo Durán Gómez le dirigió al gobernador de Bolívar y al alcalde de Cartagena en su condición de historiador y expresidente de la Academia Colombiana de Historia, en su columna de este domingo, en la que inició señalando su admiración por el trabajo de los historiadores de Cartagena, que son devotos de todo lo que ha sabido ser esta bella y emblemática ciudad en la historia del país, del Continente y del mundo hispánico.
Destacó el columnista Durán cómo la academia seccional ha sabido congregar a lo más granado de los intelectuales de la región, quienes dedican largas jornadas al análisis de los hechos memorables que Cartagena ha tenido desde su misma fundación, facilitando los diálogos de región y manteniendo una interacción permanente con las instituciones del orden nacional, para procurar la vigencia del legado que se traduce en toda la grandeza de lo que esta ciudad ha sabido representar.
Por esas razones, el columnista Durán expresa su desconcierto en torno del insuficiente interés que las autoridades de esta región han mostrado en la necesaria dotación de la Academia de Historia de Cartagena de un lugar cómodo y acorde con la importancia de su labor cultural y protagonismo.
Pone como ejemplo el referido académico la frustración que se vivió cuando, con ocasión de la restauración del Palacio de la Proclamación, no se concretó la promesa que se dio de asignar un sitio permanente para el funcionamiento de la Academia de Historia de Cartagena, pues finalmente lo que se asignó fue un espacio múltiple que atendía toda clase de eventos, lo que obligaba a la Academia a estar deambulando por todas partes, pues el anunciado salón rara vez estaba disponible.
Causa algo de vergüenza su reclamo en cuanto a que “… Contrasta esta situación con la que es posible observar en otras ciudades como Medellín, con amplia y magnífica sede y con un auditorio de extraordinaria belleza. Lo mismo ocurre con Bucaramanga, que ocupa la amplia casona en donde residió el Libertador Simón Bolívar, con museo, biblioteca, salón de actos públicos; o Cúcuta con doble sede: una en el centro histórico y otra en la casa que fue del general Santander; y lo mismo sucede con otras ciudades como Cali, Tunja y Valledupar…”.
Tiene razón el columnista y no se entiende por qué precisamente en la ciudad en donde la historia se respira en cada recoveco de su Centro amurallado y su patrimonio monumental, para la autoridad regional y local la Academia de Historia representa tan poco como para que no haga parte de las instituciones que merecen un espacio destacado dentro del casco histórico o en un sitio que tenga alguna significación en la vida y memoria de la ciudad.
Tiene sentido que las autoridades de Cartagena y Bolívar miren hacia una institución sin ánimo de lucro, que propende por conservar la historia de la ciudad y la región.