En Montería, con la asistencia de más de 140 alcaldes y 3 gobernadores de la región, se celebró la primera cumbre de la Liga de Gobernantes, cuyo primer producto es la creación del Consejo Regional de Proyectos del Caribe.
Esta movida, que inició el año pasado el alcalde Turbay con la Liga Caribe de Alcaldes, podría convertirse en la última oportunidad para que el Gobierno nacional interactúe de manera directa con los mandatarios regionales y locales, de cara a un cuatrienio que pareciera que nada de importancia en obras físicas dejará a los territorios donde nació el político más poderoso después del presidente, esto es, Armando Benedetti.
Atinó el ministro del Interior al asistir al evento y proponer que liderará el referido Consejo, pues hasta este encuentro las esperanzas de que a los costeños les quedara algo importante en proyectos concretos estaban prácticamente extinguidas.
Esa era la sensación, pues podía inferirse de la conducta displicente del presidente de la República hacia los alcaldes de las ciudades capitales del Caribe que fueron elegidos para iniciar sus periodos a partir de enero de 2024.
Es difícil imaginarse que el presidente, pertinaz, como se le conoce, haya cambiado de criterio frente a su muy perceptible decisión de no darle ni importancia ni aire a los mandatarios regionales y locales con recursos de la Nación. Pero sí es fácil imaginarse que el ministro del Interior, hábil, como es, tiene claro que si a los alcaldes y gobernadores se les mantienen distantes, estos no tienen más opción política que posicionarse como contradictores de la línea que gobierna a nivel nacional, la cual aspira a retener el poder en 2026.
Provocar un acercamiento con dichos gobernantes locales es apenas una decisión de lógica política; pero esto tiene una arista problemática: que el Gobierno se siga comportando de forma ineficiente en todo lo que tiene que ver con la ejecución de obras públicas, una materia que, después de dos años de mandato, no han podido aprender.
Es bastante probable que la intención del ministro del Interior mueva a la pesada burocracia para que comiencen a salir los contratos pendientes, o se inicien los procesos licitatorios esperados, o los recursos para los contratos ya adjudicados, como el de recuperación ambiental del Canal del Dique; pero para veteranos como la mayoría de alcaldes y gobernadores del Caribe, nada de ello será realmente atractivo si todo ese movimiento de los despachos en Bogotá se sigue comportando, en materia de ejecución de obras, como hasta la fecha.
El Consejo Regional de Proyectos del Caribe, según sus fundadores, ha sido creado para convertirse en puente con el Gobierno nacional, con el objetivo de impulsar a la región. Tal vez sea esta la última oportunidad que le queda al presidente Petro para no pasar a la historia como el mandatario que menos obras le dejó a una región de la que se reconoce provenir.