En los últimos días el programa Cartagena Cómo Vamos (CCV) ha divulgado dos informes con resultados relativamente opuestos. El primero, comentado por nuestro columnista Raúl Paniagua el lunes pasado, sobre la situación de la infancia en la ciudad, no deja de ser muy preocupante, en cuanto refleja los vacíos o las deudas que como sociedad tenemos con la primera infancia.
En el informe de CCV se indica que la ciudad tuvo, entre las cinco mayores ciudades del país, la más alta tasa de deserción escolar en preescolar. Si esto ocurre en el primer año de la educación básica, ¿qué se puede esperar para esta población en los siguientes años? También se informa que la desnutrición infantil en la primera infancia viene aumentando y, por último, que la vacunación en la infancia viene cayendo aceleradamente.
El segundo informe está relacionado con un dato muy alentador y positivo, como es que en el 2024 no hubo muertes maternas en la ciudad, lo que fue mencionado en el Comentario de ayer. Este resultado debe estar asociado a diversos esfuerzos, a coordinación entre el sector institucional que gestiona la salud con las entidades públicas y privadas de atención primaria, de mayor conciencia social y colectiva sobre la atención a las mujeres gestantes, a la ampliación de la educación de la mujer y la comprensión de sus derechos a una atención primaria.
Las preguntas obligadas son: ¿Si esto se viene logrando con la atención primaria de las mujeres gestantes, por qué no se puede lograr con la primera infancia en los tres aspectos que las leyes lo han establecido desde hace algunos años? ¿Por qué no se avanza en la coordinación entre esos actores que han logrado cero muertes maternas, con las entidades tanto del sector salud, del nutricional, como de las instituciones de protección?
Aquí deben converger las EPS, las universidades con programas en el campo de la salud, las entidades del sector de protección como la Fiscalía, casas de justicia y similares, algunas fundaciones y corporaciones dedicadas a la primera infancia, con el liderazgo desde la Alcaldía Mayor y la presencia activa y comprometida de las secretarías e instancias pertinentes, de tal forma que se vayan estableciendo metas concretas en tiempos definidos, con responsabilidades y compromisos de cada sector, sobre la base de la información pública y de algunas entidades del Estado, que permiten geolocalizar la población infantil más vulnerable y de mayores riesgos, para llegar a ellos.
No podemos aplazar esta tarea, sabiendo que los resultados de esas acciones sólo se verán a mediano o largo plazo. Una administración pública debe ser recordada no solo en sus dos primeros años después de concluir su mandato, sino mucho más allá, durante la siguiente generación, de tal forma que los gobernantes puedan afirmar que no solo transformaron la ciudad, sino a su población entera.