comscore
Editorial

El apagón ibérico

“Lo sensato es que se abra una discusión, entre expertos, para confeccionar un plan que contemple las hipótesis que prevean situaciones similares, y cómo reaccionar ante estas”.

Compartir

Sería un desperdicio no extraer lecciones del apagón del pasado lunes en la Península Ibérica. Aunque es prematuro sacar conclusiones, pues no hay un informe que concrete las causas del llamado ‘cero eléctrico’ que paralizó a España y Portugal por varias horas, se barajan varias hipótesis que ya deberían considerarse en Colombia para evitar que algo así suceda o para saber cómo enfrentar similar emergencia, si ocurriera.

El inesperado suceso cobra aún más interés considerando lo avanzadas que están esas dos naciones en materia de energías renovables. Nada más en España, en 2024, de la producción eléctrica, el 57,3% del consumo procedió de renovables, y el 42,7% restante de no renovables. En cuanto a las renovables, la eólica aportó el 23%, la fotovoltaica el 17,2%, y la hidroeléctrica el 13,4%. Las tradicionales, encabezadas por la energía nuclear, el 20%, que no se cuenta como contaminante, equiparándose en eso a las renovables; y con gas, algo más del 13%.

Sorprende que semejante apagón se haya dado en un país donde más del 50% de la energía que se consume proviene de fuentes limpias o renovables, lo que obliga a pensar en por qué han ocurrido estos graves hechos allí; o en Chile, como sucedió en febrero de este año, siendo que ese país, como en España, las no convencionales representan el más alto porcentaje.

Por lo mismo, estando Colombia aún muy lejos de alcanzar esos soñados logros de generación de energías limpias, tendrían los expertos y responsables de brindar ese servicio en el país, que analizar y preparar muy bien el Sistema Eléctrico Nacional para que no ocurra semejante colapso, perfilando muy bien los riesgos que supondrá la modernización de nuestro parque eléctrico.

No caben aquí posiciones ideológicas para adoptar las medidas preventivas con el fin de no llegar a esas coyunturas. En España, por ejemplo, empresas y expertos advirtieron que este fenómeno iba a ocurrir, como Repsol, que aleccionó sobre posibles fallas críticas en el suministro eléctrico pocos días antes al apagón; pero nadie en el gobierno actuó en consecuencia. Algo similar ocurrió en Chile, país donde las advertencias previas también fueron desatendidas.

Sería un despropósito despotricar contra las energías limpias, señalando que, para evitar estas emergencias, hay que frenar su necesaria expansión. Lo sensato es que se abra una discusión, entre expertos -y menos entre grupos ideologizados a favor o en contra-, para confeccionar un plan que contemple las hipótesis que prevean situaciones similares, y cómo reaccionar ante estas.

Si ya se sabe que las tecnologías fijas, como la hidráulica y las térmicas, son las que sostienen la inercia, esto es, la calidad de la electricidad que se distribuye por el sistema, capaces de absorber las variaciones de tensión, planificar cómo van a jugar las renovables no es un asunto prorrogable.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News