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Editorial

Democracia exiliada

“No estando ya en las manos del pueblo liberarse del yugo opresor de los infames, les cabe a las democracias occidentales el deber de aislar a Maduro y sus cómplices...

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El exilio al que se acogió en España, Edmundo González Urrutia, valeroso y útil mascarón de proa del barco de la oposición capitaneado por María Corina Machado, es apenas comprensible.

Al haberle negado la inscripción como candidatas a Machado y a la segunda que esta escogió para encabezar la campaña presidencial una vez que ella fue inhabilitada por los abyectos del autócrata, la dictadura de Maduro y sus secuaces, obligaron a que se presentara una tercera opción para asegurar la participación de un representante de la oposición unitaria, para lo cual el desconocido y apocado Edmundo González prestó su nombre, su prestigio y su coraje.

Agotado por las fuerzas que dejaron de fungir como dictadura para convertirse en lo que hoy son, una verdadera tiranía, González, que ya demasiado había hecho por su país al inscribirse a hurtadillas como tercera opción, por si fallaba, como en efecto falló, la segunda, y sin la energía para sortear lo que era inevitable que ocurriera, esto es, que Maduro y sus compinches jamás reconocerían su victoria, y que aplicarían la fuerza bruta sin contemplaciones, el camino del exilio resultaba inevitable para un hombre de su edad y sin ninguna vocación personal de conquistar, por sí mismo, el favor popular sin el sello de María Corina.

Ya en el exilio, será una voz que le hable al mundo del dolor de su nación proponiendo fórmulas para salir de la crisis, con poca influencia real en lo que le depara a la nación venezolana, que vuelve a poner sus ojos en la verdadera líder de la oposición, cuyo futuro queda entrelazado con la comunidad internacional y, sobre todo, con Estados Unidos y Colombia.

Cuando las cabezas de un régimen deciden optar por el descaro, caer en la tiranía es inevitable. Los tiranos de Venezuela se sostendrán todo el tiempo que les sea posible, pues mientras no se les garantice la impunidad internacional a sus infinitas culpas, no tienen estímulo para entregar el poder.

Comprobado como está que no ganaron las elecciones, pues no podrán mostrar las actas electorales en tanto que algo más del 70 por ciento de estas se hicieron públicas por la Plataforma Unitaria, reflejando con contundencia la victoria de la oposición en cabeza de su candidato Edmundo González, el régimen sostendrá la dura represión y profundizará el acorralamiento de la oposición para acallar sus voces.

No estando ya en las manos del pueblo liberarse del yugo opresor de los infames, les cabe a las democracias occidentales el deber de aislar a Maduro y sus cómplices para reducir el tiempo de la larga pesadilla que les espera a los venezolanos, empezando por Estados Unidos, y por Colombia, cuyo futuro de paz y seguridad depende sobremanera de las decisiones que se toman en Miraflores.

Entre tanto, todo el peso de la liberación de Venezuela seguirá recayendo sobre los hombros de la mujer más aguerrida y admirada de América.

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