Hace 7 años, la señora Noris Sánchez Aguilar alquiló su tierra en Membrillal al Distrito de Cartagena para que este alojara transitoriamente a indígenas zenúes desplazados por la violencia que recalaron en Cartagena, ahora agrupados en el llamado Cabildo Indígena Zenú de Membrillal.
La señora Sánchez Aguilar ya quiere ejercer su derecho legítimo a recuperar su propiedad según los cánones del contrato de arrendamiento y para ello agotó todas las instancias legales y contractuales y no quiere esperar más.
Al Distrito le corresponde ahora conseguir una nueva tierra para el cabildo, pero debería hacer la gestión para que esta vez les pertenezca, garantizándoles un hogar permanente, seguramente con ayuda de la Nación.
No es una misión fácil la del Distrito ya que la vida de los miembros de este cabildo depende de la agricultura de pancoger y de las artesanías, y conseguir una tierra con vocación agrícola implica que cada día que pase tendrá que estar más lejana dada la expansión industrial de la ciudad en casi toda su tierra de extramuros, incluidas las orillas del canal del Dique, compradas para hacer puertos.
Una tierra para la agricultura de pancoger necesita tener una topografía que le impida inundarse para evitar que se ahoguen las cosechas más comunes de este método agrícola: yuca, maíz, frijoles y algunas hortalizas como berenjenas, pimentones y pepinos, entre otros. Usualmente una tierra para cultivos de pancoger tiene un área para ganado, principalmente para algunas vacas para producir leche y hacer queso, que se puede vender rápidamente para tener algo de caja en la economía familiar y colectiva del cabildo. El ganado necesita tierra alta en el invierno, pero en el verano es mejor para las reses una tierra baja y muy fresca, con pasto verde, para dar buena y abundante leche.
A la vez, esta tierra ideal necesita estar bien comunicada con la ciudad y tener servicios de salud cercanos, al igual que escuelas y servicios públicos, o al menos energía eléctrica, además de agua potable.
No tenemos idea de cómo ni cuándo se podría disolver una propiedad colectiva de esta naturaleza, pero es cierto que los hijos y nietos de los zenúes de hoy, educados en la ciudad y en esta época tecnológica, quizá querrán hacer algo distinto con su vida que labrar la tierra, por lo que tienen que tener el acceso garantizado a una buena educación, como debería tenerlo la demás población joven de la ciudad, el departamento y el país.
No la tiene fácil el Distrito al tratar de conseguirle una tierra adecuada al Cabildo Zenú de Membrillal, que reúna todas las anteriores condiciones, y a la vez devolverle la tierra a su propietaria legítima con la prontitud que esta reclama porque se agotaron las instancias legales para no hacerlo.
Lo fundamental es que el cabildo necesita un hogar del que nadie lo pueda echar.
No la tiene fácil el Distrito al tratar de conseguirle una tierra adecuada al Cabildo Zenú de Membrillal (...)