Colombia, con dos océanos y con casi el 15% de su población viviendo en zonas costeras, debería ser un ejemplo mundial en aprovechamiento sostenible de los recursos del mar, pero en lugar de eso es uno de los países que menos protege sus áreas marinas y costeras (se calcula que la protección cobija menos del 2%), y además, permite el azote de los palangres en sus aguas.
Somos parte de numerosas convenciones y acuerdos internacionales para conservar y aprovechar los mares –como el Convenio de Diversidad Biológica, el Acuerdo sobre Derechos del Mar, la Convención sobre la Plataforma Continental, la Convención sobre Alta Mar– y esta semana el Ministerio de Ambiente anunció que nuestro país había firmado su vinculación a la Alianza Mundial a favor de los Océanos, una asociación que reúne a gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y grupos de la sociedad civil que se han propuesto luchar contra las amenazas a la conservación, la productividad y la capacidad de resistencia de los océanos del mundo.
Entre sus líneas de acción está buscar soluciones a los problemas de sobreexplotación pesquera, contaminación y pérdida de hábitats naturales oceánicos, que están contribuyendo en gran medida al agotamiento de recursos naturales que proporcionan alimento, pautas de equilibrio ecológico y medios de vida importantes para el mundo.
Son esos problemas a los que Colombia ha tenido que enfrentarse a la fuerza, sin tener tiempo de prepararse a fondo para ello, de manera que es lógico pensar que la vinculación a la Alianza, liderada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial, será provechosa para facilitar la tarea de abordar estas dificultades.
El Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar) asegura que los dos océanos que bañan al país están padeciendo la contaminación de aguas servidas sin ningún tratamiento, ya sea directamente o a través de las arterias fluviales como el río Magdalena, que recibe la descarga y los sedimentos de casi todo el país.
Un ejemplo palpable es la contaminación de la bahía de Cartagena y las Islas del Rosario por los sedimentos del Canal del Dique.
Es de esperar que podamos beneficiarnos de los objetivos principales de la Alianza Mundial a favor de los Océanos, como proteger y restaurar los hábitats y especies necesarias para mantener los servicios ecológicos y los medios de subsistencia; el manejo de los riesgos para la salud de los océanos, incluyendo la contaminación desde tierra firme; y la promoción de la defensa internacional de economías y comunidades sostenibles y resilientes ante eventos climáticos.
Colombia tiene ahora la oportunidad de poner en marcha acciones concretas e inmediatas para conservar el mar, porque la mayoría de las organizaciones que apoyan la Alianza, ya están realizando actividades de protección.