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Editorial

Tigre contra burro amarrado

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Los ganaderos, inconformes por la negociación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea y con los Estados Unidos, acaban de recibir un apoyo inesperado: el de Angelino Garzón, quien dijo ayer en una reunión con Fedegán en el Club El Nogal, en Bogotá, que “Si el gobierno negocia con ilegales, con más veras debe negociar con legales y Fedegán es la representación legal de todos los ganaderos del país”.
El apoyo de Garzón no es gratuito. Según un comunicado de Fedegán ayer, Garzón “anunció que el presidente de la República, Juan Manuel Santos, recibirá en su despacho a esta comisión de la ganadería bovina para debatir la situación de este gremio…;”
El presidente también recibirá 350 cartas de los comités ganaderos de distintas regiones que relatan los problemas del sector. Según Garzón, “…;Santos espera que como contraprestación se aplace el paro que tiene pensado realizar el sector ganadero el próximo 17 de abril”.
José Felix Lafaurie, presidente de Fedegán, dijo que su gremio “no está en contra de la paz” que se pacta en La Habana, pero que “no se puede negociar a espaldas del sector…;el tema de tierras, desarrollo rural y de reservas campesinas, con lo que no estamos de acuerdo”.
Lafaurie dijo que presentará un proyecto de ley “que nos sentaremos a discutir con el Presidente...de salud, genética, nutrición, transferencia de tecnología al pequeño ganadero para evitar la quiebra de cerca de 300 mil ganaderos” y añadió que “la inversión para el sector debe ser de un billón de pesos durante 10 años…;el 50% a la reconversión productiva y el restante 50% a la rehabilitación de la red vial terciaria del país”.
La propuesta de Lafaurie es sensata siempre y cuando el medio billón de pesos dedicado a la reconversión productiva sea vigilado mucho más de cerca que Agro Ingreso Seguro durante el gobierno de Uribe, un apoyo que necesitaba y necesita el agro, pero que quedó satanizado por la actuación dolosa de unos pocos agricultores.
El agro del Caribe colombiano necesita una inyección fuerte de dinero para incrementar las represas y la irrigación desde los ríos y sus tributarios, incluido el Canal del Dique.
Con agua todo el año y con drenajes para las épocas de lluvia, esta región –y el país- serían un emporio de agricultura y usarían mucho menos tierra para la ganadería, aun aumentando el hato nacional. Hay muchas otras tecnologías necesarias para el agro, pero irrigar es el punto de partida indispensable. Sin irrigación las demás tecnologías tienen efectos apenas marginales.
El campo colombiano no se puede sacrificar, especialmente cuando los países con quienes firmamos los TLC subsidian generosamente al suyo. Como estamos ahora, sería una pelea del tigre extranjero contra el inerme burro colombiano.

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