La economía de un país depende mucho del consumo de los hogares, es decir, de la posibilidad familiar para adquirir bienes y servicios, una influencia particularmente determinante en Colombia, donde este consumo equivale a las dos terceras partes del PIB total, considerado por la demanda.
Para adquirir bienes y servicios, las familias tienen los ingresos de sus actividades laborales o de las que les representan rentas, y con los créditos de los bancos.
Generalmente, un incremento en el consumo de los hogares depende del aumento de la confianza de los consumidores, medida a través de encuestas de los gremios económicos, sobre todo el de los comerciantes, y complementadas con datos estadísticos oficiales.
En los últimos 10 años, el consumo de los hogares en Colombia creció más o menos regularmente, gracias a las medidas económicas estructurales que transformaron la dinámica económica, permitiendo mantener estables los indicadores principales como la inflación, el desempleo y la tasa de interés.
A eso se le debe el crecimiento económico y la estabilidad que ha protegido al país de las agudas crisis financieras mundiales
Las entidades financieras han hecho un esfuerzo enorme por facilitar el acceso de cada vez más colombianos a los servicios bancarios, y por supuesto al crédito, amparados en la garantía del aumento en el nivel promedio de ingreso de los hogares, y ambas circunstancias jalonaron su capacidad de compra.
Sin embargo, las estadísticas económicas del año pasado muestran que el consumo de los hogares se ha moderado, lo que se atribuye al crecimiento en el endeudamiento de las familias, que reduce la disponibilidad de recursos.
La desaceleración marcada en la dinámica de consumo privado preocupa no sólo a los bancos, sino al Gobierno y especialmente a la industria y el comercio, cuyo crecimiento está directamente asociado con el consumo.
Aunque la mayoría de los departamentos de investigación de las instituciones financieras privadas de Colombia consideran que el crecimiento del crédito de consumo se dinamizará nuevamente a fines de este año y comienzos del próximo, no les gusta para nada que se haya desacelerado el consumo, aunque la confianza de los consumidores siga en el mismo nivel alto.
Lo explican las tendencias de endeudamiento que indican que el saldo de la deuda se ha incrementado de forma sostenida en los últimos años, obligando a los hogares a gastar menos en consumo de bienes y servicios y más en pagar deudas.
Lo inexplicable es que desechen otros elementos como el aumento grande en las obligaciones impositivas como el predial, que en algunos casos sobrepasa los niveles de las demás obligaciones, y la reducción de los beneficios laborales que limita el crecimiento de los salarios.
Por eso no solo no es eficaz sino perjudicial una solución simplemente bancaria para recuperar la dinámica del consumo de los hogares, y por el contrario, se requiere la estabilidad en el crecimiento de los ingresos, que depende en parte de la forma en que trata a sus empleados la industria y el comercio, que tanto necesita de ese consumo.