Cuando todo parecía perdido en una carrera electoral apretada por la presidencia de los Estados Unidos entre Mitt Romney (R) y Barack Obama (D), donde las encuestas mostraban un empate técnico, funcionó de nuevo la magia política de Obama y terminó ganando las elecciones, tanto el voto popular (unos 2.400.000 más que Romney) como el de los delegados del Colegio Electoral. De estos últimos, Obama obtuvo 303 y Mitt Romney 206, sin contar Florida, dándole una verdadera paliza al candidato republicano.
La victoria de Obama se le atribuye en buena medida al voto latino, pero también al de otras minorías étnicas como los negros y los asiáticos. En la reelección de Obama pesó mucho su carisma, en contraste con el temperamento gélido y mirada ladina de Mitt Romney, quien no logró nunca la empatía con sus electores.
Romney fue gobernador de Massachusetts, un estado liberal. En ese entonces no actuaba ni era visto como un republicano fundamentalista, postura que adoptó para complacer al Tea Party, el ala radical de su partido, permitiéndole a Obama atacarlo por variar de posición constantemente.
Los analistas políticos en los Estados Unidos coinciden en que el Partido Republicano está mal parado no solamente hoy, después de perder estas elecciones, sino para las próximas dentro de cuatro años, especialmente por la persecución a los inmigrantes latinos, que son mayoría entre las minorías. Este segmento de los votantes le cobró a Romney su comentario de que les haría la vida tan imposible, que se verían obligados a “autodeportarse”. Como esa bellaquería suya hubo varias más.
Ya hoy comenzaron las recriminaciones dentro del Partido Republicano entre quienes están en desacuerdo con las posiciones radicales del Tea Party, especialmente de Marco Rubio y Jeb Bush, ambos de Florida y ambos posibles candidatos republicanos a la Presidencia dentro de 4 años. Ya saben que si ese partido sigue persiguiendo a los inmigrantes latinos y favoreciendo descaradamente a los ricos por encima de la clase media, no solo perderán las elecciones presidenciales próximas, sino la poderosa Cámara de Representantes.
Esta realidad política augura que los republicanos de la Cámara le den más juego a Obama y sus reformas sociales, entre ellas una solución digna a la posición de los inmigrantes ilegales y sus hijos norteamericanos. Tampoco podrán reversar el paquete de salud pública llamado “Obamacare” ni pasar leyes cavernarias con la impunidad política que lo venían haciendo.
América Latina –Suramérica especialmente- sigue ausente de la agenda de Barack Obama, por lo que no sorprende que este continente y buena parte de Centroamérica y el Caribe se sigan distanciado de los Estados Unidos, mientras Brasil copa espacios de poder regional e influencia internacional. Por su parte, Colombia ya tiene un camino hecho en el gobierno de Obama y no se esperan grandes cambios.
En cuanto a los seguidores de Obama en los Estados Unidos y el mundo, quizá el comentario que mejor resume su victoria es el del Nobel de Economía, Paul Krugman: “La reelección de Obama es una victoria para la ‘verdadera América’ ”.