El Festival Internacional de Música de Cartagena –¡la quinta versión ya!- organizado por la Fundación Salvi, crece cada año cuantitativamente, pero sobre todo, en calidad. La próxima versión tendrá lugar entre el 7 y el 15 de enero de 2011. Aunque cada año la organización le añade escenarios para poder llegarle a más personas, incluidos los conciertos gratis al aire libre, dada la avidez del público local y de extramuros, suelen haber quejas de quienes se quedan sin boletas, y acusaciones de que “los cachacos” desplazan a los asistentes locales de los escenarios más cómodos y de mejor acústica. Es cierto que el Festival se hace primordialmente con el apoyo de mecenas del interior del país, pero también es verdad que cada año la empresa local colabora más y crece en importancia dentro del esquema del evento, incluido el Distrito de Cartagena. Para ayudar a financiarse y para recompensar a sus colaboradores, el Festival diseñó un programa llamado Plan de Amigos (http://www.cartagenamusicfestival.com/aym_index.php?option=corporate&alr=aymsoft&pag_id=150), mediante el cual los interesados participan en uno de tres programas de patrocinio (oro, plata y bronce), que les permite adquirir sus boletas a todos los eventos desde ahora, garantizándose buenos asientos sin los afanes de hacer cola en los distintos escenarios para comprar las boletas que quedan disponibles. Ayer, Julia Salvi, la directora de la fundación del mismo nombre y alma del Festival, le dijo a El Universal que el evento necesita “el apoyo de la gente de Cartagena, de los medios de comunicación de la ciudad…; y de las autoridades. Sin ustedes el Festival no podría tener éxito y sobre todo, permanencia”. Salvi nos contó que “el programa no estará completo hasta el mes de julio, pero desde ahora podemos empezar a hablar de algunos de los temas”. El festival, añadió, “Sera sobre la ‘Gloria de Bach’, y como en los festivales anteriores, cada concierto presentará una pieza de su extenso repertorio”. El Festival no solo está arraigado en la ciudad y sus habitantes, sino que los cartageneros lo están en los corazones de muchos de los músicos, que vienen a Cartagena durante el año de manera discreta a dictarles cursos de música a sus alumnos de los barrios marginales. El Festival, a pesar de vender una boletería necesariamente costosa para una ciudad pobre como Cartagena, para ayudar a financiar los gastos de viaje exorbitantes de los mejores intérpretes de música clásica del mundo (algunos vienen del Asia), además de los costos de alojar orquestas completas en los hoteles locales, tiene un elemento sólido de responsabilidad social, que les brota por los poros a músicos y organizadores. Como mencionamos, cada año hay más escenarios y actividades en los barrios populares y plazas de la ciudad, y cada año hay más eventos de entrada libre. Es entonces el momento para que quienes quieran y puedan escoger lugares y boletas se acuerden de hacerlo con antelación, ya que el éxito del Festival garantiza que las boletas disponibles sean siempre pocas ante la demanda creciente.