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Columna

La Copa de Pitágoras

“El mensaje implícito hacía reflexionar a sus seguidores sobre la virtud de la moderación y la sabiduría del equilibrio...”.

El Universal

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Por: Felipe Merlano de la Ossa

En estos días de diciembre, cuando llegan las celebraciones de navidad y año nuevo, y florecen los recuerdos, las añoranzas y las reminiscencias, viene a mi memoria un concepto que aprendí en un Congreso Mundial de Comunicación Política: la copa de Pitágoras.

La historia cuenta que, en Grecia, por los años 530 a. C., los trabajadores, para recuperar las fuerzas agotadas en sus labores cotidianas, solían tomar una copa de vino. Algunos de ellos abusaban del elixir sirviéndose más de lo debido, con consecuencias negativas para la sociedad. Para evitar esa costumbre no deseada por los griegos, se diseñó y construyó un artilugio que permitiera beber el vino con moderación, al que inicialmente se le llamó la copa justa. ¡Al beber menos vino, se promueven el equilibrio y la virtud!

Ese artefacto, que viene desde hace unos 2.500 años, pasó a ser conocido universalmente como la copa de Pitágoras, en honor a su creador, el filósofo y matemático oriundo de Samos, quien es recordado por su famoso teorema que relaciona las medidas de los lados (catetos) con la hipotenusa de un triángulo rectángulo.

El mecanismo, simple e ingenioso, consiste en una copa de vino que tiene un tubo interno, vertical, central, que actúa como un sifón que va desde la base hasta el cáliz. Mientras el líquido no sobrepasa la línea de la cantidad justa de vino, funciona como cualquier copa; sin embargo, si se llena demasiado, el líquido entra por el orificio superior, baja por el tallo de la copa hasta la parte inferior y se vacía completamente.

Ese dispositivo de presión hidrostática o de mecánica de fluidos era usado por Pitágoras como una lección de ética. En efecto, el mensaje implícito hacía reflexionar a sus seguidores sobre la virtud de la moderación y la sabiduría del equilibrio.

En nuestros tiempos de la modernidad líquida, la copa de Pitágoras –a veces llamada copa de Tántalo- sigue ofreciendo valiosas enseñanzas: “Suando se pierde la medida, se rompe el equilibrio que lo sostiene todo”, “la ambición y la codicia desplazan la cordura, la sindéresis, la ecuanimidad, la prudencia”.

La copa de Pitágoras, esa vetusta vasija anti vicio, no castiga el deseo, castiga el exceso, y el exceso conduce al fracaso, la pérdida de liderazgo y confunde el servir con el servirse. La especialista en bienestar emocional, relaciones humanas y desarrollo organizacional Elizabeth Rondón comenta que quien no sabe controlar su avaricia termina perdiendo familiares y amigos valiosos, afecta su salud emocional, permanece vacío, aunque aparentemente tenga mucho, vive con el miedo de perder lo que ya está perdiendo, padece de ansiedad constante, su desconfianza se exacerba y se aísla emocionalmente. “La verdadera plenitud no está en tener más, sino en saber cuándo es suficiente”, dice.

En época de pascuas, cuando acostumbramos acompañar las cenas familiares con un poco de vino, no está de más brindar con una copa justa para reflexionar, agradecer y atemperar los espíritus.

¡Felices fiestas de Navidad y Año Nuevo!

*Economista, escritor, investigador social en temas culturales y deportivos.

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