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Columna

¡Obvio!

“Ahora con tantas herramientas tecnológicas, manejadas al dedillo aún por niños en pañales, nada está oculto…”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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La primera vez que escuchamos esa palabra, alumnos del Colegio Público ‘Ignacio Arrázola Ahumada’ (Calamar - Bolívar) quedamos con la mente en blanco. El rector, licenciado Ramón Zetién Santoya, recién desempacado de la Universidad Pedagógica de Tunja, respondió a los alumnos que preguntaban si debíamos dejar limpio y organizado el salón de clases: “¡Obvio!”, respondio. En horas de la tarde visité al maestro Toño García, sabio, generoso, solitario, quien poseía la biblioteca más completa de la comarca: “Ahí está: última edición del Diccionario Larousse, déjalo tal como lo encontraste”, y continúo dándose jonda en su hamaca sanjacintera: “Obvio: del latín obvius”, sale al encuentro, delante de los ojos, claro y evidente, sin explicación.

Ahora con tantas herramientas tecnológicas, manejadas al dedillo aún por niños en pañales, nada está oculto, el conocimiento fluye a la velocidad de la luz sin consultar arcaicas bibliotecas. No deja de sorprender a los abuelos de esta época preguntarle al nietecito frases de cajón: “¿Tú me amas?”: “¡OBVIO ABUELO!”. Y marchan raudos, no en caballito de palo, sino en patinetas supersónicas. Frecuentemente algunos políticos se pasan por la faja lo obvio: gobernar ya no es sinónimo de servir, sino de enriquecerse; justicia dependiente del poder, elecciones manipuladas, fracaso absoluto de la Democracia, cenizas de la voluntad popular.

Gobernantes endiosados acuden a la farsa, aplausos alquilados, creando enemigos imaginarios, maquillando mentiras hasta convertirlas en verdades, negando lo evidente, discursos kilométricos, lágrimas de cocodrilo, portando en mano zurda la Ley del Embudo, y en la derecha, colapso económico. No temen a lo obvio culpando a enemigos internos y externos, mientras ellos y sus camaradas viven como emperadores.

¡Duele Venezuela! y todas las pseudo-democracias que cabalgan sobre la osamenta de sueños libertarios. No es dilema ideológico, es certeza histórica y estadística: antes del chavismo, en Venezuela, 27 millones de habitantes conviven próspera y pacíficamente atrayendo familias de los cinco continentes; durante los mandatos de Chávez y Maduro invirtieron el caudal en los últimos años, 8 millones de venezolanos emigraron exponiéndose a mortales peligros y xenofobia, con tal de no morir de inanición, encarcelados, desaparecidos o sepultados en la manigua chavista, mientras su patria rebosa de riquezas naturales: reservas masivas de petróleo y gas natural, depósitos incalculables de oro, bauxita, hierro, coltán (oro azul), diamante, níquel, carbón, cobre; vastísimos depósitos hídricos, suelos fértiles, enorme biodiversidad, milenarios bosques..., y uno se pregunta por qué, en medio de tan exuberante riqueza, millones de venezolanos marcharon despavoridos buscando asilo, trabajo, techo, salud, alimentación, educación para sus hijos, exponiendo sus vidas en la manigua mientras la cúpula chavista se llena de lujos faraónicos, aferrados al poder, manipulando y prostituyendo elecciones, rasgándose vestiduras, desenvainado la sagrada espada de Bolívar quien, ¡OBVIO!, debe estar revolcándose en su tumba.

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