comscore
Columna

Mundo cambalache

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/ Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador/…”.

Eduardo García Martínez

Compartir

En la brumosa Medellín de los 70 escuché por vez primera el tango “Cambalache”, composición en físico lenguaje lunfardo de Enrique Santos Discépolo, interpretada por un magnífico cantante llamado Julio Sosa. Lo respaldaba la afamada orquesta de Leopoldo Federico. Aquella descripción de lo que era la sociedad de entonces, lo que había sido y lo que sería en el futuro, era una enorme lección de amargura amarrada a la cruda realidad.

Para entonces el tango era rey indiscutido en la ciudad que construía a pulso su industrialización, pero la zona de Guayaquil le rendía tributo permanente. La milonga le seguía en majestad: era la reina. Innumerables bares de luces opacas, traganíqueles repletos de esas músicas de arrabales del gran Buenos Aires, prostitutas de todos los tonos, cabrones de ojos avizores, atracadores en las afueras, patrullas ululando en los contornos, aguardiente quemando las gargantas, baile de parejas restregando sus amores, era el telón de fondo de aquel ambiente disfrutado a plenitud.

Carlos Gardel, el inigualable zorzal criollo, andaba sin rival. Se le idolatraba. Su canción “Esta noche me emborracho” era en su voz verdadero himno para los amantes del tango. “Cambalache”, no hacía fila, se colocaba a su lado, le competía sin rivalizar.

Faltaba que llegara el Guapo de la Canción para armar otra fiesta. Rolando Laserie grabó Esta noche… y Cambalache, y además las 40, y los colocó en las máximas alturas de las preferencias del público antillano, del Caribe y la pujante Nueva York.

En aquella Medellín que empezaba a amantar a La Patota, Rolando se arropó con la fama. Las 40 llenó de gozo el corazón de quienes lo buscaban para idolatrarlo. “Con el pucho de la vida/ apretado entre los labios/ la mirada turbia y fría/ un poco lento el andar/ Dobló la esquina del barrio.../”. Entonces todo se volvió canción.

‘Cambalache’ sigue retratando la maldad social:

“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé/ En el 510, y en el 2000 también/ Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos/ Contentos y amargaos/ Valores y dobles/.

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/ Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador/…Si uno vive en la impostura/ y otro afana en su ambición/ Da lo mismo que sea cura/ Colchonero/ rey de bastos/ caradura o polizón”/. “A nadie importa si naciste honrao”. Cambalache mundo el que hemos tenido.

Únete a nuestro canal de WhatsApp
Reciba noticias de EU en Google News