Daniel Coronell publicó un libelo infame contra mi hijo Juan José, por el que debatimos y quedó claro que no es un debate ético, sino político.
Dañar es su objetivo, por el odio a Álvaro Uribe desde 2006, quien impidió que esquilmara al Estado 20 mil millones por el daño que el apagón de 1992 habría causado a NTC, entonces “capitalizada” por César Villegas, testaferro del cartel de Cali.
En 2023, la Fiscalía archivó el proceso contra Uribe por injuria en ese caso, pues Coronell mismo aportó documentos de la venta de acciones a Villegas y se conoció la participación de Pastor Perafán.
Coronell fue, además, “enmermelado” por Santos. Según “La Otra Cara” (2020), él y su firma “se embolsillaron entre 2015 y 2016, $5.400 millones”, y $12.900 en 2016-2017, entre NTC y otro medio; chorro que le cortaron y “por esa razón, es enemigo de Duque y su partido político”. Se trata entonces de una investigación vindicativa, de mala fe.
Mala fe es generalizar para confundir. Los subsidios a los más pobres no fueron cuestionados por mi hijo, pero sí los creados por Petro, como el de “pagar por no matar”. Mala fe es revolver esos subsidios sociales con un Crédito Finagro para productores rurales, grandes, medianos y pequeños.
Finagro es el “Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario” y sus créditos, otorgados a través de la banca comercial, tienen condiciones de fomento, mas no ligadas necesariamente a la pobreza, sino al fomento de la inversión rural. Su tasa es preferencial, están garantizados por el Fondo Agropecuario de Garantías y algunos tienen un Incentivo a la Capitalización Rural, tampoco ligado a la pobreza, sino a la necesidad de incentivar la capitalización del campo y el empleo rural.
Mala fe es juzgar a priori. El capital e ingresos de Juan José en 2024 –no los de su familia– eran los que reportó para aplicar al crédito, los de un joven que acababa de terminar su pregrado. Mala fe es afirmar que se puso al filo de las condiciones de pequeño productor; cuyo tope de activos era 529 millones y él reportó 129. Además, quien clasifica al solicitante es el banco, no el productor.
Mala fe es atacar a un joven que busca emprender en el campo porque heredó la noción del esfuerzo. Mis padres nos enseñaron que el éxito y el bienestar son hijos de la disciplina y el trabajo. A su edad, yo me endeudé, en 1978, respaldado por mi padre para cultivar algodón.
Mala fe es burlarse de mi derecho a defender la honra de mi hijo, como él mismo lo hará ante las instancias que corresponda y no en entrevistas construidas para destruir…
Cuando el objetivo del “investigador” es dañar, retaliar, vengarse; no se comprueba ni se contrasta; se rotula y se ataca… con mala fe.
