Las películas de rancheras es el cine rural que se produjo en México y que tuvo éxito comercial desde finales de los años 30 del siglo XX. Su tema da rienda suelta a un patriotismo festivo y explosivo cuyos héroes son el eje dramático principal. También, la comedia ranchera se convirtió en el género que mejor retrata el júbilo de las fiestas patrias mexicanas en el cine.
En palabras del autor mexicano Rafael Aviña (2004): “Luego de la proliferación de relatos con tema revolucionario como ‘El compadre Mendoza’ (1933), ‘¡Vámonos con Pancho Villa!’ (1935), ‘El tesoro de Pancho Villa’ (1935) o ‘El Prisionero’ (1933), el éxito taquillero y el reconocimiento internacional de ‘Allá en el Rancho Grande’ (1936), de Fernando de Fuentes, hicieron prosperar un nuevo género cinematográfico cuyas curiosas convenciones lo hacen genuinamente nacional. Su ingenua e inofensiva manera de mitificar la provincia y la vida rural lo hicieron crecer hasta desbordar en el franco ridículo a fines de los 50 y la década siguiente, cuando el género feneció”.
De la zarzuela española y el sainete madrileño, la comedia ranchera retoma los enredos y los malentendidos que sostienen sus tramas, las complicaciones en tono amable y jocoso, la música alegre y los intermedios cantados, que forman o no parte de la acción misma. Entre este tipo de películas que fueron programadas y rotadas durante dos décadas en la cartelera de cine vista en Cartagena, están: ‘¡Ay Jalisco no te rajes!’ (1941), ‘Jalisco nunca pierde’ (1937), ‘Bajo el cielo de Sonora’ (1947), ‘Sólo Veracruz es bello’ (1948) ‘¡Ay qué rechulo es Puebla!’ (1945), ‘¡Qué lindo es Michoacán!’ (1942) o ‘Los tres huastecos’ (1948).
En la comedia ranchera crece el culto al macho, una misoginia destacable que, según críticos como Rafael Aviña, alcanza ribetes de homosexualismo latente. La evolución del género estuvo marcada por la aparición de la película ‘Dos tipos de cuidado’ (1952), del director Ismael Rodríguez. La trama de enredos, sexuales sobre todo, es una burla al matrimonio, la Iglesia y las autoridades civiles.
“Clásico resulta ya el enfrentamiento verbal a partir de diálogos y coplas de ‘retache’ y doble sentido entre Jorge ‘el Bueno’ y Pedro ‘el Malo’” (2004:155). En las carteleras barriales la comedia ranchera rivalizaba con la popularidad del cine de cabareteras.
Se destacaban compositores como José Alfredo Jiménez, cuyas canciones cimentaban la filosofía machista de personalidades fílmicas como Pedro Infante, Badú o Pedro Armendáriz. En 1951 José Alfredo aparece cantando ‘Un día nublado’ en las cintas ‘Ahí viene Martín Corona’ y ‘El enamorado’, al lado del gran ídolo de las masas Pedro Infante. Tiempos aquellos en que los cines eran las escuelas sentimentales del pueblo y se pagaba boleta para reír, cantar y llorar.
