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Columna

Los líderes responden

“El ciudadano quiere sentir líderes cercanos, ver líderes presentes y escuchar posturas y opiniones con sentido de realidad...”.

Jackeline Pájaro López

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Liderar por reputación es más que una frase de moda; es una declaración de principios. Es creer en la profundidad del conocimiento y en la posibilidad que abre la conexión con el ciudadano, el cliente y el entorno. Lo ratifiqué en la reciente Reputation Experience Madrid, un encuentro con líderes y expertos de Latinoamérica, donde el consenso fue rotundo: la gestión integral de los intangibles es hoy inevitable para el avance empresarial y social.

La reputación no se proclama, se evidencia en la acción diaria. El liderazgo se define por la respuesta, porque es, en esencia, responsabilidad. Hoy, más que nunca, el liderazgo necesita un rostro y una voz sólida. El ciudadano quiere sentir líderes cercanos, ver líderes presentes y escuchar posturas y opiniones con sentido de realidad.

Precisamente, una reciente entrevista sobre los daños causados por hinchas en el estadio Jaime Morón sirvió al alcalde de Cartagena, Dumek Turbay, para dejar una frase que trasciende la coyuntura y merece análisis: “Los líderes responden”. Lo dijo en medio de la polémica por sancionar a toda una barra. Su mensaje no apuntaba a que el líder pague los errores de otros, sino a que asuma su rol: buscar soluciones, identificar responsables y convocar acciones. El objetivo es evitar esa amarga sensación ciudadana de que se cometen desmanes y nadie da la cara.

Sin importar el sector, quienes rodean a los líderes necesitan encontrar sentido en sus acciones y en las organizaciones que representan.

Liderar hoy exige coherencia, escucha activa y la valentía de enfrentar lo incómodo. En las organizaciones, la credibilidad se sostiene sobre tres pilares clave. Legitimidad: Nace de las verdades de marca, pero se cimienta en la coherencia con la que actúan las personas que integran la organización. Relevancia: Implica poner a los ciudadanos y a sus necesidades en el centro de la gestión. Y diferenciación: Consiste en dejar ver nuestro punto de vista y lo que aportamos al mundo. Es tomar medidas que transmitan sentido de propósito.

El desafío de liderar con inteligencia reputacional implica lograr el equilibrio entre estrategia y alma, como dos caras de una misma moneda. Es un ejercicio consciente y disciplinado: una apuesta por la coherencia aun en los momentos críticos, apertura real a escuchar y actuar en consecuencia. Es anticipar riesgos, comunicar con transparencia y construir confianza. La comunicación es el puente que sostiene la credibilidad. Un líder que comunica, convoca; uno que se esconde o guarda silencio agranda el vacío.

El liderazgo estratégico hoy es transversal, y a partir de la gestión de intangibles, de ocuparse de abrir nuevas posibilidades de conexión para construir futuro con otros.

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