Mucho hablamos en Colombia de los emprendimientos empresariales, aquellas actividades de inversión que llevan a muchas personas a colocar su capital en una unidad productiva, aportando recursos, trabajo y deseo de ser parte de la economía nacional.
En un país como el nuestro, en donde el desarrollo es todavía precario, la actividad empresarial significa un aporte muy importante a los objetivos del crecimiento, actividad que hay que apoyar y estimular para que quienes deciden emprender lo puedan hacer con éxito, sin correr riesgos, y sin enfrentarse a contingencias que los coloquen en situación de apuro.
Preocupa que la reciente encuesta “Termómetro Empresarial” revele que el 60% de los empresarios encuestados no cuenta con registros financieros formales, y que el 39% diga que mezcla el dinero personal con el del negocio sin llevar cuentas.
Además, el 64% manifestó que no tiene metas establecidas, ni tampoco una visión clara del negocio. A esto se suma que el 45% se desarrolla dentro de la total informalidad, es decir, sin RUT, sin Cámara de Comercio, sin permisos correspondientes.
También manifiesta la encuesta que solo el 17% está organizado y aplica normas básicas en la estructura de su negocio.
Estas cifras, sin duda, generan mucha preocupación, pues podemos deducir fácilmente que la gran mayoría de pequeños empresarios está desarrollando una actividad con demasiado riesgo y con muchas posibilidades de fracaso.
Y ese estado de alarma se acrecienta cuando las cifras de la economía del país nos indican que el 99,5% de las empresas nacionales está representado en el sector Mipymes, es decir, pequeña y mediana empresa.
Pero además esas Mipymes son las que están generando el 79% del empleo y representan el 40% del PIB.
El tema es tan representativo para la marcha del país que es necesario y urgente que se diseñen instrumentos eficaces para poder apoyar el emprendimiento empresarial, en donde sea posible que cada emprendedor pueda de inmediato afiliarse a un plan de capacitación, que le permita funcionar dentro de un esquema organizacional acorde con su capacidad empresarial.
De otro lado, es también importante trabajar en la formalización, pues en la medida en que se pueda lograr, ganan todos: empresarios, trabajadores y desde luego la capacidad productiva.
Estas cifras realmente dicen mucho y requieren no solo una profunda lectura, sino una acción inmediata que permita atender en debida forma a un sector de la población que representa demasiado para el conjunto de la sociedad.

