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Columna

La champeta, Patrimonio Inmaterial

“Al reconocerse la champeta como patrimonio nacional, todos estamos llamados, pero singularmente las instituciones del Estado, a garantizar su protección…”.

El Universal

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Noviembre cerró con la buena noticia de que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural reconoció al Conjunto de Expresiones Culturales asociadas a la champeta como patrimonio del país, con la aprobación del Plan Especial de Salvaguardia (PES).

Hay que felicitar a la ardua y tesonera labor desplegada durante varios años por la Fundación Roztro, el Comité de Salvaguardia del Patrimonio Champeta, organizaciones comunitarias, artistas, investigadores y entidades locales, que estuvieron acompañadas de la Alcaldía a través del IPCC, sumando más de siete mil personas, incluidos cientos de artistas, asistentes a festivales, encuentros y mesas de trabajo.

Dentro de esas organizaciones comunitarias se destacan los representantes de la cultura picotera, colectivos artísticos y académicos de instituciones como la Universidad del Magdalena, la Institución Universitaria Bellas Artes y Ciencias de Bolívar (Unibac), Universidad de San Buenaventura, Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN), Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y la Universidad Juan José Nieto Gil.

Esto, tal como lo señaló el historiador Rafael Escallón Miranda al presentar el sustento técnico del PES, es fruto de un proceso profundamente participativo que fijó su mirada en el reconocimiento y la reparación histórica de las comunidades afro y populares, que en la champeta encuentran una expresión de ejercicio permanente de creación, memoria y organización.

Tal como se señaló en la nota publicada en este diario, el PES aprobado se articula en cuatro líneas de acción fundamentales para garantizar la salvaguardia integral de esta manifestación cultural: Integralidad cultural, que abarca música, danza, contexto social y lenguaje; Universos materiales, simbólicos y comunitarios, como la cultura picotera, los oficios tradicionales y los espacios físicos; el Festival Afro Caribe de Música Champeta, concebido como eje articulador del proceso, y la memoria y transmisión de saberes, a través del Museo Decolonial, la Emisora Comunitaria y el Centro de Memoria.

Conforme con lo indicado por la directora del IPCC, Lucy Espinosa Díaz, al reconocerse la champeta como patrimonio nacional, todos estamos llamados, pero singularmente las instituciones del Estado, a garantizar su protección y promoción para las futuras generaciones.

La champeta, como género musical afrocaribeño nacido en nuestros barrios populares, que construye sus letras a partir de las más comunes realidades de la vida cotidiana y le da sentido a una forma de bailar surgida de una personalidad irreverente, espontánea y fresca, que suelta las energías reprimidas o los sinsabores de la existencia, razón por la que también se le llama “terapia”, ya tiene un sitial nacional que a todo cartagenero debe suscitarle orgullo y gozo.

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