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Columna

Dumek, Yamil, Cartagena, Bolívar…

“Ahora es menester, como los griegos, demostrar cómo Cartagena y Bolívar unidos crecen en educación, salud, empleo...”.

CARMELO DUEÑAS CASTELL

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Una idílica isla en donde el verde de natura contrasta magistralmente con el intenso azul del cielo y el mar. Allí fluye un hermoso riachuelo de vino en cuya riba mujeres y hombres semidesnudos bailan, cantan y escancian el licor usando jarras y bidones con premura sin importarles si derraman el precioso líquido. Unos pocos susurran lujuria y hedonismo. Todos, a cual más rebosantes de alegría, libres de ataduras y ajenos a convencionalismos, bajo los efectos del etanol que alivianó las mentes y liberó el espíritu. El vino fluye más raudo que el río. Ella yace desnuda, con la voluptuosidad de las esculturas griegas, algunos rollitos de concupiscente carne demuestran que no ha sido parca en libaciones etílicas ni frugal en la mesa y los placeres. Dormita desentendida del efecto que su desnudez pueda producir en sus compañeros de juerga. Así describió Filostrato con rigurosa minuciosidad una escena muy común entre los antiguos griegos. Más de 1.200 años después, Tiziano la plasmó de un tirón, sin bocetos o borradores, en su maravillosa “Bacanal de los Andrios” que refleja cómo se divertían y descansaban los griegos, durante semanas, en sus famosas festividades al dios Baco para luego, sin pausa, continuar esos periodos de fluidez mental y ardua y febril actividad en que descubrían el átomo, inventaban la democracia, escribían el Teorema de Pitágoras y la matemática de Euclides, al tiempo que inundaban el mundo del arte y la filosofía en las cuales ha abrevado por milenios la humanidad. Bien lo dice el cuadro en una rotunda frase que debe motivarnos al disfrute con mesura, tolerancia y bonhomía: “Quien bebe y no vuelve a beber no sabe lo que es beber”. El cuadro está en el museo del Prado y parece un libro abierto para grandes vividores. Algo así esperamos tras las fiestas de noviembre, en las cuales el mundo entero nos vio con admiración por La Fantástica y con envidia por no haber estado; las fiestas son la mejor postal para multiplicar los asistentes y garantizar un mayor éxito el próximo noviembre.

Seguramente hubo cosas por mejorar e incluso lunares que algunos buscadores incansables de lo malo encontrarán o inventarán donde otros solo vimos belleza, alegría y una sola comunidad de visitantes, cartageneros, autoridades, lideres y gestores culturales unidos como nunca en un goce de total solaz. Ahora es menester, como los griegos, demostrar cómo Cartagena y Bolívar unidos crecen en educación, salud, empleo, cultura ciudadana y seguridad mientras construyen magnas y mega obras para orgullo y beneficio de todos. Así como en “París era una fiesta”, espero que digamos: “Cartagena nunca volverá a ser igual, aunque siga siendo Cartagena”.

*Profesor en la Universidad de Cartagena.

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