Busan es la segunda ciudad de Corea del Sur, caracterizada por su pujanza portuaria, logística y económica en el Lejano Oriente. Todo en Busan es apoteósico, incluidos sus puentes monumentales, autopistas y sus astilleros de clase mundial que compiten en tecnología y eficiencia contra los chinos y japoneses.
En Busan existe un barrio en la ladera de una montaña llamado Gamcheon, que durante la guerra civil coreana (1950) sirvió de refugio a miles de ciudadanos que huían del comunismo en Corea del Norte. Durante varias décadas, el barrio fue un asentamiento informal de viviendas precarias, e incluso tugurios, habitado por obreros pobres, pescadores artesanales y rebuscadores sin futuro.
Alrededor del año 2009, las autoridades locales decidieron intervenir Gamcheon con la ayuda de sus residentes y el acompañamiento de estudiantes universitarios y artistas de la ciudad. En realidad, no realizaron grandes inversiones: simplemente apoyaron con reparaciones menores en las viviendas, o lo que popularmente se conoce como un maquillaje tipo “jua jua”. Sin embargo, para darle un toque alegre a la iniciativa, el gobierno facilitó una variedad de pinturas coloridas a los propietarios y los animó a pintar el exterior de sus casas con la ayuda de los estudiantes. Parece mentira, pero con una inversión tan baja y una idea tan fácilmente replicable, Gamcheon pasó de ser un barrio gris, lúgubre y sin gracia a un espectáculo multicolor de viviendas alegres —en tonos azules, amarillos, verdes, naranjas y rosados (puedes verlo en la web)— que despertó el interés turístico.
Con la llegada de los turistas y nuevamente con el apoyo de las universidades locales, los residentes de Gamcheon fueron animados a instalar pequeños negocios en sus casas, como cafés, panaderías, restaurantes, tiendas de artesanías y galerías de arte. Hoy, la visita a Gamcheon es obligatoria para cualquier turista que llega a Busan, y lo promueven como un “barrio cultural”.
Traigo la historia de Gamcheon porque es algo que podríamos reproducir fácilmente en Cartagena, en el litoral de los barrios aledaños al canal de Juan Angola, el cual está en los planes de recuperación, navegabilidad y construcción de su malecón por parte de la Alcaldía. Y, en el caso de la Gobernación, con las poblaciones ribereñas vinculadas al proyecto de cruceros turísticos en el río Magdalena. En ambos casos, estoy seguro de que las universidades locales —con la participación de sus estudiantes y profesores — podrán apoyar con el mayor entusiasmo.

