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Columna

El mayor enemigo de la humanidad

“Que los países poseedores de armamento nuclear lo eliminen de manera definitiva es casi una quimera...”.

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Con los graves peligros a los que la especie humana se enfrenta en la actualidad, son múltiples las alternativas que se pueden entender como “el mayor enemigo de la humanidad”. Sin embargo, el primer lugar quizá reposa sobre una candidata que necesita de algunos pocos minutos para llevar al colapso a la civilización humana: las armas nucleares.

Las bombas atómicas arrojadas por Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 mostraron los efectos devastadores que provoca el uso militar de la energía nuclear, por no hablar de la perdurabilidad de sus consecuencias en el tiempo. El mundo definitivamente había entrado a una nueva etapa en la que una sola arma podría borrar por completo del mapa a una ciudad entera —incluidos sus habitantes, costumbres e historias— en poco tiempo.

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, las dos superpotencias vencedoras (la Unión Soviética y los Estados Unidos) protagonizaron una carrera armamentística que las llevó a acumular en su punto álgido más de 50.000 bombas nucleares, capaces de eliminar por completo la vida en la Tierra varias veces. Aunque el final de la Guerra Fría llevó a una disminución en el número total de armas atómicas y a la celebración de varios tratados internacionales entre las principales potencias, la amenaza no ha desparecido. En la actualidad, de acuerdo con información verificada por la Sociedad Americana de Científicos, hay 9 países que cuentan con este tipo de armamento, sumando en su conjunto más de 12.000 cabezas nucleares listas para su uso.

En lo que respecta a Colombia, el artículo 81 de la Constitución Política de 1991 prohíbe la fabricación, posesión y almacenamiento de armas nucleares. El país ratificó, además, el Tratado de Tlatelolco de 1967, que declara a América Latina como una zona libre de este tipo de armamento.

Aun siendo el escenario ideal para la humanidad, que los países poseedores de armamento nuclear lo eliminen de manera definitiva es casi una quimera. Las armas atómicas otorgan un amplio poder de disuasión e influencia geopolítica. Por lo cual, frente a las fuertes tensiones que se presentan entre las grandes potencias actualmente, sería muy provechoso que Colombia y los países latinoamericanos promuevan una conciliación basada en el diálogo.

No hay duda de que en ninguna circunstancia se debe contemplar el uso de armas nucleares como mecanismo de resolución de los conflictos entre países. Esto sería abrir la puerta a que se conviertan definitivamente en el peor enemigo de la humanidad.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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