Por: Diana Mesa
Caminar por las calles del Centro Histórico de Cartagena no es solo recorrer una postal visualmente, es estar entre murallas, balcones, plazas y fachadas coloniales que narran siglos de historia. Sin embargo, esa herencia invaluable hoy se encuentra en un dilema: conservarla o verla deteriorarse bajo el peso de la indiferencia, el turismo depredador y la falta de planificación urbana.
La creciente presión inmobiliaria, la informalidad, el deterioro físico de edificios emblemáticos, la pérdida del tejido social y la desconexión con los cartageneros y los inversionistas nos obligan a replantear el modelo de gestión del patrimonio. Urge un Centro Histórico que no solo sea vitrina turística, sino un espacio vivo, habitado, funcional, inclusivo y resiliente.
Necesitamos políticas públicas de largo plazo, coherentes y articuladas entre los distintos niveles de gobierno y sectores. Necesitamos inversión, pero también visión. Tecnología y modernización, pero sin perder el encanto de lo auténtico. Y sobre todo, educación patrimonial, para que las nuevas generaciones entiendan que conservar también es crear futuro. Se debe promover un equilibrio entre lo que se muestra y lo que se protege; entre lo que se vende y lo que se hereda.
El Centro de Cartagena no está solo, está lleno de manos que lo quieren, de artistas, académicos, vecinos, empresarios, extranjeros y jóvenes que sueñan con una ciudad más justa, más bella, más suya.
La ciudad debe reconocerse en su Centro, como un corazón que late con fuerza que guarda heridas pero también esperanza. Cuidarlo es un deber colectivo, una responsabilidad ética y una oportunidad para reconciliarnos con nuestra historia.
Desde la Fundación Centro Histórico de Cartagena de Indias, trabajamos día a día por proteger, revitalizar y resignificar este corazón patrimonial que nos pertenece a todos. Lo hacemos no solo por amor a la historia, sino por una profunda convicción: Cartagena de Indias no puede pensarse sin su centro histórico. Su preservación no es un lujo ni un capricho, es una urgencia que habla de identidad, sostenibilidad, seguridad, desarrollo económico y cohesión social.
Seguiremos sumando esfuerzos, construyendo alianzas y promoviendo proyectos que devuelvan dignidad y dinamismo a este espacio que nos define.
