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Columna

Fiestas y ciudadanía

“Uno de los aprendizajes en la celebración de Ángeles Somos radicó en la formación de un grupo grande de gestores de la manifestación, que, sin compromisos ni contratos, solo por el deseo de participar...”.

RAÚL PANIAGUA BEDOYA

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Pareciera que en el tránsito de la pequeña ciudad de mediados del siglo pasado a la Cartagena que hoy tenemos, se hubieran olvidado algunas características esenciales de lo que somos como población afrodescendiente, caribe, mestiza, mulata, pobre, pero a su vez gozosa, alegre, festiva, expresiva y con ganas de disfrutar cada momento de la vida. En lo observado en las semanas anteriores con los preludios, las celebraciones pre-novembrinas en los barrios, las organizaciones espontáneas de comparsas en comunidades, las horas dedicadas por cientos de personas en todos los rincones de la ciudad organizando su celebración, apoyando a su reina popular, haciendo ‘vacas’ para poder comprar los vestidos, pagar la música y disponer de los elementos de la logística para salir a los diferentes eventos, lo que brota es tal vez lo más profundo de los sentimientos de una población que por cerca de 10 meses del año se debate entre la desesperanza y el optimismo para sobrevivir dignamente, por sobreaguar a las necesidades de cada día, pero que en estos días se les ve llenos de entusiasmo, optimismo y una actitud de celebrar. Creo que es legítimo anotar, que se observa un comportamiento generalizado de encontrarse con los demás, de compartir la calle y la plaza, de reconocer en el otro una persona que puede aportar y por lo tanto generar ambientes de camaradería, de amistad, de compartir, de disfrutar y esto creo que es el sentido esencial del cartagenero, estas son las personas con las cuales es posible transformar los imaginarios, las percepciones y en general la forma de relacionarse con la ciudad.

El fortalecimiento de las manifestaciones de cabildo en distintas comunidades urbanas y rurales, la disposición de los cartageneros a volver por sus expresiones festivas, por realizar comparsas, la masiva asistencia a eventos, no solo en su barrio, sino desplazándose a otros sitios, la amplia celebración en toda la ciudad de Ángeles Somos el pasado 1 de noviembre en todas las instituciones educativas, universidades, bibliotecas, centros culturales, volviendo a las formas más populares de la celebración en los barrios, nos indican que la memoria cultural, asociada a nuestras características étnicas, a la memoria, a las transmisiones generacionales, siguen vivas y con fuerza van emergiendo en forma espontánea, directa, sin pretensiones ni ínfulas de lo que no somos, con ganas de mostrarse, de expresarse, de danzar, cantar, desfilar, de gozar cada momento.

Uno de los aprendizajes en la celebración de Ángeles Somos radicó en la formación de un grupo grande de gestores y portadores de la manifestación, que, sin compromisos ni contratos, solo por el deseo de participar en la perpetuación de esta manifestación, dedicaron tiempo, esfuerzo y un enorme compromiso para realizar, en sus propios barrios e instituciones donde laboran, actividades que desembocaron el pasado primero en un fenómeno que ya se lo apropió la ciudad, como debe ser con otras manifestaciones. Creemos que el éxito hacia el futuro, como ciudad, está en apoyarnos en el carácter festivo, alegre, expresivo de nuestra gente, para construir ciudadanía.

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