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Columna

Clímaco Silva: utopía al alcance de los sueños

“Convencido de que el progreso de las comunidades se mide por la capacidad de servir respetando los Derechos Humanos...”.

HENRY VERGARA SAGBINI

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Cincuenta años de ausencia rememorando al doctor Clímaco Silva García no es simple ejercicio de nostalgia, es acto de genuina justicia con un ser humano creyente en el poder transformador de la educación y la salud pública cuando, Cartagena de Indias y Bolívar, estaban dolorosamente rezagados, exigiendo instituciones universitarias / hospitales públicos competentes, actualizados, éticos, que garantizaran atención médica excelente, convencido de que el progreso de las comunidades se mide por la capacidad de servir respetando los Derechos Humanos.

Clímaco Silva García junto a un puñado de irreductibles soñadores: Miguel Facio Lince y Arnold Puello Benedetti, empeñados en edificar el Hospital Universitario de Cartagena, hito en la Educación Médica, elevando calidad de egresados, atendiendo pacientes sin distingo social, a estándares internacionales: utopía al alcance de los sueños.

Clímaco Silva García (Cartagena, marzo 6 de 1930 - Cartagena, noviembre 30 de 1975), bachiller del Colegio La Esperanza, médico de la Universidad de Cartagena, casado con Albertina Taboada, y tres hijos: Clímaco, Sandra e Ileana. El 30 de noviembre de 1975, seis días antes de inaugurarse el Hospital Universitario de Cartagena por el que trabajó incansablemente, falleció víctima de un infarto fulminante del miocardio, 45 años de vida, en plena producción laboral e intelectual. Aseguran que no solo excedió el número de cigarrillos consumidos ansiosamente, también por echarse al hombro sofisticados y pesados aparatos destinados a la unidad de cuidados intensivos, protegiéndolos como auténticos tesoros.

Solidario, disciplinado, exigente, profundamente humano, apasionado por su familia, profesión médica y la naturaleza, su legado permanece intacto en cada rincón del Universitario y, sobre todo, en el auditorio que perpetúa su nombre. No perdió tiempo: culminado el año rural retornó a Cartagena vinculándose a la Facultad de Medicina, de jefe de la Clínica Ginecológica del Hospital Santa Clara, donde desplegó convicciones científicas, educativas y humanísticas: ‘Atendiendo mientras enseñaba; enseñando mientras atendía’ motivó su nombramiento -1967- para director de la Clínica de Maternidad Rafael Calvo.

En Medellín obtuvo la Maestría Salud Pública, dedicando sus esfuerzos en hacer realidad el proyecto del Hospital Universitario, para remplazar al vetusto Hospital Santa Clara. “¡Manos a la obra!”.

Los estudiantes de aquella época no olvidaremos su figura robusta entrando y saliendo hasta altas horas de la noche al Universitario, que sería inaugurado con la presencia de celebridades del Gobierno Nacional y local. Exigente, perfeccionista, repleto de sueños por educación médica excelente y atención integral a pacientes, sin distingo económico ni social, sucumbió ante descomunal voltaje del indomable soñador.

Clímaco hijo asegura: “Su legado no se mide en bienes ni títulos, sino en la huella moral, social, humana dejada en la comunidad: honró su profesión, amó su familia, sirvió al prójimo con la generosidad que lo hace inolvidable”. ¿Quién lo duda? Solo mueren aquellos que se olvidan.

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