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Columna

Error 404: café fuera de línea

“La digitalización no es el destino, es un medio. El fin sigue siendo humano: una sociedad más preparada...”.

César Viloria Núñez

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“Si va a pagar con tarjeta o por transferencia, no puedo venderle el café”, fue la respuesta que recibí cuando intenté comprar uno días atrás. Lo mismo le ocurrió a buena parte de la economía.

Y es que hoy basta una caída de un servicio digital para que medio mundo se paralice. No exagero: el pasado 20 de octubre, una falla en Amazon Web Services (AWS), el principal proveedor de servicios en la nube del mundo, afectó a más de 2.500 empresas y generó más de 11 millones de reportes de usuarios en todo el planeta. El problema, originado en la región de Virginia del Norte por un error en su sistema de nombres de dominio (DNS), interrumpió operaciones de banca, comercio electrónico y plataformas educativas. En América Latina, la afectación alcanzó a México, Brasil, Argentina y Colombia, donde durante varias horas se vieron limitadas transacciones digitales, pagos y transferencias, especialmente en entidades como Bancolombia y Nequi.

Estos episodios nos recuerdan que vivimos en una economía hiperconectada: cuando falla un componente del ecosistema digital global, las repercusiones se sienten en los bolsillos, en los salones de clase y en las pequeñas transacciones cotidianas. La dependencia tecnológica es tan profunda que una línea de código puede marcar la diferencia entre la continuidad y el caos.

Pero aquí es donde entra la cultura. Las organizaciones que enfrentan este tipo de crisis con madurez no son las que tienen más servidores, sino las que cuentan con equipos capaces de comunicar con transparencia, actuar con empatía hacia sus usuarios y mantener la confianza aun cuando la tecnología falla. Cultura digital significa entender que la transformación no se limita a la infraestructura, sino que se construye en la forma en que las personas reaccionan, colaboran y aprenden de la experiencia.

Transformarse digitalmente implica mucho más que migrar procesos a la nube o automatizar tareas: significa desarrollar la capacidad de adaptación frente a la incertidumbre, fomentar la resiliencia organizacional y fortalecer la confianza entre las personas. Sin cultura digital no hay estrategia tecnológica que perdure.

Por eso, cuando un sistema falla, el verdadero examen no está en el tiempo que tarda en restablecerse, sino en la respuesta de quienes lo sostienen: su capacidad para comunicar, prever soluciones, aprender de la experiencia y salir fortalecidos. Esa es la esencia de la transformación digital: convertir la tecnología en una aliada, no en una muleta.

La digitalización no es el destino, es un medio. El fin sigue siendo humano: una sociedad más preparada, flexible y empática ante los desafíos. Porque, al final, los sistemas se caen, pero las personas son quienes deciden cómo se levantan.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

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