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Columna

Sectarismo

“Mañana se festeja en todo el mundo Halloween, padres, tengan presente que estos son los monstruos reales de hoy”.

Christian Ayola

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Varias obras de arte han representado al Demonio como símbolo de rebelión, caída o corrupción; en algunas se puede identificar elementos de sectarismo, manipulación o culto. Las que más me impresionan son: El Ángel Caído del parque El Retiro, en Madrid, de Ricardo Bolívar (1887); y la sobrecogedora obra El Satanás de Jean-Jacques Feuchere, Museo del Louvre (1833), con réplicas en museos famosos.

Inicialmente, desde lo religioso, semánticamente la palabra “secta”, refleja tensiones entre seguimiento doctrinal y ruptura institucional. Los “sectarios” originalmente fueron connotados como adherentes, pero luego asociados a disidencia o herejía. El universo digital se ha convertido en el medio sectario preferido, influye coercitivamente, recluta, manipula y extorsiona, aprovechando la vulnerabilidad principalmente de los menores, logran que estos incurran en actos moralmente reprobables, llegando a poner en grave riesgo su salud física, mental e incluso su existencia.

Desde el 2021, el FBI venía rastreando a la Red 7-6-4, organización extremista de perfiles falsos, una estructura criminal en línea, descrita por las autoridades como una comunidad descentralizada de depredadores, que coacciona a menores para producir y difundir material sexual y actos violentos, incluidos episodios de autolesión y crueldad hacia animales. Desde las plataformas de juego Roblox o Minecraft les hacen grooming, una forma de abuso sexual en línea en la que un adulto se gana la confianza del menor para manipularlo y explotarlo con fines sexuales, constituyen hoy una de las amenazas digitales más graves contra la infancia y adolescencia.

El agresor se presenta como figura comprensiva, atractiva y protectora. El menor, que busca validación o afecto, establece una relación de confianza que reemplaza vínculos familiares y de amigos, genera dependencia emocional, idealización del agresor y disminución de la crítica racional, trata de ocultar la relación, lo que incrementa el aislamiento y la vulnerabilidad. Una vez captado, es inducido a compartir imágenes íntimas, realizar actos sexuales o violentos, o participar en dinámicas humillantes.

Esto produce culpa, vergüenza, confusión identitaria y disociación emocional. El menor puede sentir que ha perdido el control sobre su cuerpo, su imagen y su dignidad. El agresor utiliza entonces el material obtenido para extorsionar; amenaza con difundir imágenes, contactar familiares o destruir reputaciones, generando terror psicológico, ansiedad extrema, insomnio, e ideación suicida; en casos graves, los intentos de suicidio son inducidos, incitados como forma de “liberación” o “prueba de amor”.

Estas dinámicas son patrones de sectas digitales destructivas, donde el menor es despojado de su voluntad y convertido en objeto de dominación. Inducen un lenguaje oculto encriptado, por ejemplo: MOS, significa padres cerca. TW contenido sensible. CU46, desnúdate delante la cámara. SH, autolesión. 1423, me quiero morir. KMS, quiero matarme. Mañana se festeja Halloween, padres, tengan presente que estos son los monstruos reales de hoy.

*Psiquiatra.

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